Recomenzar
Recomenzar es poner ganas, fuerzas y un fuerte deseo de volver a empezar.
Muchas vivencias nos llevan a sentir que el camino se cortó. Nos invade la sensación de que ya no hay más kilómetros por delante... que todo terminó.
Después de una amarga y dolorosa experiencia nos sentimos vacíos para dar, cerramos el corazón y el pecho nos duele continuamente cuando miramos hacia atrás. Las pérdidas, el dolor y su tristeza nos hacen sentir tan chiquitos que en ese sentir perdemos las ganas de continuar.
Cuántas veces ante una situación dolorosa nos sentimos morir internamente. Vamos y venimos como maniquies que están rodeados de gente pero deseando volver a la vidriera en donde pueden sentirse protegidos.
Cuántas veces nos cuesta levantarnos después de haber vivido lo inesperado y deseamos un sueño eterno o tener amnesia para poder olvidar nuestro pasado
...pero la vida continúa y nunca es tarde para recomenzar.
De cada situación, de cada experiencia, de nuestro sufrimiento debemos aprender a salir fortalecidos. Si bien no es rápido ni fácil y necesita de nosotros para elaborarse... debemos permitirnos ese duelo pero no quedarnos ahí.
Lloremos, gritemos desde lo más profundo de nuestro ser, dejemos que esa herida salga a la superficie... aunque sabemos que sangra y que duele enfrentemos nuestro dolor.
Una vez que logramos sacar todo aquello que nos daña, que nos paraliza, aquello en lo que no dejamos de pensar... tratemos de mirar hacia adelante.
Sé que cuesta, que a veces nos resulta casi imposible pero ¿para qué sirve seguir llenando la mochila con tantas cosas desagradables? ¿Sirve no dar paso a todo lo nuevo que nos está esperando? ¿Sirve seguir alimentando nuestro dolor?
Soltemos de una vez esa cuerda que sólo nos une a lo malo y nos hace ir una y otra vez por ese camino que ya no tenemos ni fuerzas ni ganas de recorrer.
Es hora de decir adios a todo aquello que lastimó nuestro interior y de darle la bienvenida a lo nuevo.
Si logramos dar el primer paso...
Si hoy nos levantamos con ganas de recomenzar...
Abramos las ventanas y dejemos entrar la luz. Frente al espejo decidamos cambiar nuestra imagen y al salir dejemos que el viento, el sol, la gente comiencen a ser nuevamente una compañía y no una molestia...
Dejamos que la vida nos sorprenda nuevamente y apostemos a tener una vida mejor