▬♥♥♥▬ Nos sobra cerebro y nos falta emoción
Hubo una época en que la mente vivía en el presente y estorbaba menos. En esos tiempos lejanos, probablemente el hombre se alimentaba de cierta sabiduría natural que emanaba de las fuentes descontaminadas del saber universal. Sin cursos de lectoescritura ni traducciones simultáneas, el ser humano aprendía lo necesario para desarrollar auto consciencia y generar sabiduría y amor a borbotones. La mente y el cuerpo trabajaban armoniosamente respetando los ciclos de evolución y el principio de unidad.
Desgraciadamente, en algún lugar de la evolución, la mente desvió su rumbo hacia el egocentrismo, inventó el tiempo psicológico y dejó de ser un medio para convertirse en un fin. Hace algunos cientos de miles de años, la estructura mental del hombre produjo un giro inesperado sobre sí misma rompiendo la continuidad del hombre con la naturaleza. Al auto-centrarse, el ser humano se convirtió en una entidad fragmentada revestida de una aparente individualidad, pero ajena a la totalidad de la existencia. Nos alejamos del lenguaje natural de la vida y perdimos el rumbo.
La humanidad añora volver a lo primario, a la morada original donde comenzó el ascenso del hombre y a esa existencia plena, repleta de salud y bienestar. Podemos vivir mejor; aliviar el sufrimiento, mejorar nuestra calidad de vida, descontaminar la mente y crecer en sabiduría y amor. Creo que en algún rincón olvidado de nuestra estructura genética está la clave para retomar el sendero perdido. Es hora de deshacer los pasos y desenterrar los tesoros que alguna vez equivocadamente enterramos.
Nos sobra cerebro y nos falta emoción. Debemos “des-mentalizar” nuestra manera de procesar la información y darle más cabida a lo natural. Serenar la mente y traerla un poco más al presente para que podamos mirar lo emocional sin tanta contaminación. Mejorar el equilibrio mente-cuerpo para que nuestro yo salga fortalecido. Ése es el reto.