Te amé de noche y te adoré de día; y amor mintiendo tus ardientes ojos, en el ara fatal de tus antojos quemé la flor de la existencia mía.
Hoy que el ala plegó mi fantasía de una pasión contemplo los despojos y aún pienso en ti, sin que me cause enojos, el recuerdo cruel de tu falsía.
Jamás nuestros castísimos placeres sepultará mi mente en el olvido, ni tu nombre a mi pecho será extraño...
Pero vuelve a fingir; di que me quieres; y buscaré otra vez tu amor mentido aunque me mate un nuevo desengaño.
(Luis Taboada)
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