La persona que carece de autoestima tendrá difícil encontrarle sentido a su vida, no tendrá nada por lo que vivir o anhelar. Sin autoestima no le interesará hacer planes a futuro, vive improvisando, sin pensar en lo que vendrá. Una persona rígida es alguien que no se puede aceptar a si misma, tiene problemas para valorarse y vive en la autodestrucción. Sin autoestima, es diferente cambiar las cosas. Sólo le interesa el placer y la aceptación de los demás.
Conocernos un poquito más nos puede ayudar a estimarnos más. Si crecemos en la valoración que tenemos de nosotros mismos conseguiremos que los demás también mejoren su concepto sobre nuestra persona. La autoestima va naciendo de forma automática según se van trabajando todos y cada uno de los valores y talentos que cada uno de nosotros posee. Crece cuando trabajamos la comunicación y la escucha, cuando trabajamos el respeto a la diferencia o el consenso, cuando fomentamos la cooperación, cuando profundizamos en el conocimiento de las otras personas, nuestro propio conocimiento y el de nuestra cultura.
No hay nada como tener alta autoestima para encarar la vida y las situaciones de ésta con otra actitud y otra visión, en la que agradeceremos constantemente, estaremos planificando lo que vendrá, nos preocuparemos por nuestro cuerpo, nuestra salud y nuestro estado en general.
La autoestima también es de alguna manera armonía, ya que significa que el individuo habrá encontrado un equilibrio adecuado, un balance. El hecho de valorarse a sí mismo, le permitirá a la persona alcanzar relaciones personales anheladas, gracias a la confianza, honestidad y respeto que nos brinda amarnos profundamente. La armonía nos permitirá olvidarnos de la ansiedad para ser más tolerables y más pacientes para conseguir mejores resultados en la vida.