En la vida cotidiana, tratamos de encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que
éste requiere tiempo.
Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran
a resultados en corto plazo, abandonan súbitamente justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta.
Es tarea difícil convencernos
que sólo llegan al éxito aquellos que luchan en forma perseverante y saben esperar el momento adecuado.
De igual manera es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente a situaciones en las que creemos que nada está sucediendo. Y esto puede ser extremadamente frustrante.
En esos momentos de desaliento (que todos tenemos), recordemos y aceptemos que en tanto no bajemos los brazos, ni abandonemos nuestros ideales y proyectos, por no "ver" el resultado que esperamos,
está sucediendo algo dentro nuestro: estamos creciendo, madurando, y enriqueciéndonos internamente.
Quienes no se dan por vencidos, van gradual e imperceptiblemente creando los hábitos y el temple que les permitirá sostener el éxito
cuando éste al fin se materialice.
El triunfo no es más que un proceso que lleva tiempo y dedicación. Un proceso que exige aprender nuevos
hábitos y nos obliga a descartar otros. Un proceso que exige cambios, acción y formidables dotes de paciencia.
Tiempo... Cómo nos cuestan las esperas, qué poco ejercitamos la paciencia en este mundo agitado en el que vivimos...
Apuramos a
nuestros hijos en su crecimiento, apuramos al chofer del taxi... nosotros mismos hacemos las cosas apurados, no se sabe bien por qué...Perdemos la fe cuando los resultados no se dan en el
plazo que esperábamos, abandonamos nuestros sueños, nos generamos patologías que provienen de la ansiedad, del estrés...¿Para qué?.
Vamos a tratar de recuperar la perseverancia, la espera, la paciencia, la aceptación. Si no conseguimos lo que anhelamos, no desesperemos... quizá
solo estemos echando raíces....