Los piratas sabían guardar a sus cautivas; entre espejos y espejos las tenían...
Aquí sólo leo tu cuerpo; los tesoros de la otra isla fueron la posesión del banquete entre vinos de un parral en primavera.
En esta roca el dolor nos distingue de los dioses; las olas nos roban una y otra vez la cercanía.
Se esconde el calor en arenas y el silencio encendido lo destapa; saboreamos una especie protegida entre voces de llamas sin tiempo.
Los piratas sabían guardar a sus cautivas; entre espejos y espejos las tenían...
Sanibel Island, Florida Diciembre de 1995
Luis Alberto Ambroggio
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