La respuesta a una pregunta depende
en mucho de cómo usted la haga.
Como los vendedores de experiencia lo saben, las preguntas hechas de una manera positiva o negativa,
casi siempre provocan una respuesta de acuerdo.
Un estudiante de sicología entró en el ejército decidido a probar esta teoría. Le asignaron
entregar albaricoques al final de la línea de comida.
«¿No quiere albaricoques, verdad?», preguntó a los primeros hombres, el noventa por ciento dijo: «No».
Entonces probó el método positivo: «¿Quiere algunos albaricoques, verdad?» Casi la mitad respondió:
«Este... sí... Tomaré unos cuantos».
Luego probó un tercer método basado en la técnica fundamental de «o, o».
«¿Un plato de albaricoques, o dos?», preguntó. Y pese a que a la mayoría de los soldados no les gusta
los albaricoques del ejército, el cuarenta por ciento tomó dos platos y el cincuenta por ciento tomó uno.
Maxwell, J. C. 1997; 2003. Actitud de Vencedor; The Winning Attitute . Thomas Nelson, Inc.
Definitivamente sí influye cómo se hace una pregunta. Sin embargo, hay una pregunta que no puede ser
influída por persona alguna, sino que el Espíritu Santo prepara el corazón antes de que se haga esa pregunta.
Esa pregunta es:
Estás ya preparado para pasar la eternidad con Dios?
Esta pregunta hoy mismo se te hace, porque mañana podría ser demasiado tarde.
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