Amé constante a los que no me amaron y les di la verdad cuando mintieron. Mientras unos temblando me besaron rogó mi beso a los que no quisieron.
Siempre busqué los que jamás me hallaron. Mi voz llamó los que jamás me oyeron. Y los que resignados me esperaron nunca en mi copa de placer bebieron.
Hoy una voz recóndita reclama mi voluptuoso corazón de llama, que limpio ardió como la brasa al viento.
Allá me voy. Torciendo mi camino avanzo al horizonte de platino, desnuda hasta del propio pensamiento.
LAURA VICTORIA
Janyz |