Algunas veces habrás oído hablar de los tres monos místicos, cada uno de ellos oculta con sus manos su boca, oídos y ojos respectivamente.
Muchas veces los habrás visto en anuncios, artículos de marketing o camisas pero en realidad son una obra de escultura de madera en el santuario de Toshogu (1636), construido en honor de Tokugawa Ieyasu, situado en Nikko, al norte de Tokio (Japón).
Los nombres de los monos son Kikazaru (no oye), Iwazaru (no habla) y Mizaru (no ve), ya que hacen referencia a un juego de palabras japonés, ya que saru significa mono.
En una antigua la leyenda, se cuenta que los tres monos eran los mensajeros enviados por los dioses para delatar las malas acciones de los humanos con un conjuro mágico, con el cuál cada uno tenía dos virtudes y un defecto, y se representaban en el siguiente orden:
Kikazaru, es el mono sordo, era el encargado de utilizar el sentido de la vista para observar a todo aquel que realizaba malas acciones para transmitírselo a Mizaru mediante la voz.
Mizaru, es el mono ciego. No necesitaba su sentido de la vista, puesto que se encargaba de llevar los mensajes que le contaba Kikazaru hasta el tercer mono, Iwazaru.
Iwazaru, es el tercero de los tres monos era el mono mudo, que escuchaba los mensajes transmitidos por Mizaru para decidir la pena de los dioses que le caería al desafortunado y observar que se cumpliese.
Actualmente son los guardianes simbólicos del mausoleo de Toshogu, encargados de que nadie interrumpa el sueño del Shogun que yace en su tumba.
Una interpretación mística, para llegar a la sabiduría una persona debe:
Negarse a escuchar maldades.
Negarse a ver maldades.
Negarse a decir maldades.
Otra interpretación, el significado de las esculturas de “mizaru”, “kikazaru” e “iwazaru”, alude al miedo absoluto, dado que son las primeras reacciones del ser humano ante una situación de peligro.
Otra versión alude a la virtud de la discreción: “No digas todo lo que sepas, no mires lo que no debas, no creas todo lo que te dicen”.
D/A