Todo fue maravilla de armonías en el gesto inicial que se nos daba entre impulsos celestes y telúricos desde el fondo de amor de nuestras almas.
Hasta el aire espigóse en levedades cuando caí rendida en tu mirada; y una palabra, aún virgen en mi vida, me golpeó el corazón, y se hizo llama en el río de emoción que recibía, y en la flor de ilusión que te entregaba.
Un connubio de nuevas sensaciones elevaron en luz mi madrugada. Suaves olas me alzaron la conciencia hasta la playa azul de tu mañana, y la carne fue haciéndose silueta a la vista de mi alma libertada.
Como un grito integral, suave y profundo estalló de mis labios la palabra; Nunca tuvo mi boca mas sonrisas, ni hubo nunca más vuelo en mi garganta!
En mi suave palabra, enternecida, me hice toda en tu vida y en tu alma; y fui grito impensado atravesando las paredes del tiempo que me ataba; y fui brote espontáneo del instante; y fui estrella en tus brazos derramada.
Me di toda, y fundiéndome por siempre en la armonía sensual que tu me dabas; y la rosa emotiva que se abría en el tallo verbal de mi palabra, uno a uno fue dándote sus pétalos, mientras nuestros instintos se besaban.