Esta es mi máscara. Mujer de esfuerzo y porfía. Porfiada, testaruda como tronco de álamo. Esta es mi máscara, Venus doméstica, cotidiana pariendo versos, limpiando historia, muebles, sacudiendo estrellas antes que la noche se prenda. Esta es mi máscara, perra que a solas Corta el cordón umbilical Donde nacen fantasmas y pesadillas. Esta es mi máscara, hembra simple. Quebrada. Reconstituida. Ignorada. Reconstituida. Hecha mierda. Reconstituida gracias a estas rodillas que codo a codo han sabido encontrar Puerta. Esta es mi máscara, partera de pueblo, Provinciana de talones partidos con olor a sauce y ruido de reguero torso polvoriento entre matas de toronjil y otras hiervas milenarias. Esta es mi máscara, mujer magma. A la antigua usanza. Habitual escribidora. Eterna respiradora de noches seráficas. Carne pálida entreverada con la memoria Mujer al fin, cruzando espejos donde las máscaras No existen. No se conocen. No sirven.