El hombre se pasa la vida
buscando la felicidad sin saber
que la trae consigo...
sin darse cuenta que desde que nació
viene con él.
Pero el hombre está tan ocupado en lo superficial,
que jamás es lo suficientemente inteligente
para mirar hacia el interior de otra persona,
mucho menos en su propio interior...
Ya San Agustín decía:
"Te busqué entre las criaturas,
en los placeres del mundo,
en el poder y en el tener, y no te hallé...
te busqué dentro de mí y te encontré".
Mucho se ha escrito sobre la felicidad,
pero pareciera que ésta siempre se escapa,
como la neblina,
de la mano que la intente tomar.
La llegaremos realmente a poseer
el día en que comprendamos
que la felicidad no es exógena a nosotros.
Ni depende de la suerte, ni es mágica,
sino que es más fácil de obtenerse:
La felicidad es la capacidad de disfrutar
todo lo que la vida me depara.
La felicidad es una decisión:
proponerme ser feliz con todo lo que tengo.
La felicidad es disfrutar
los pequeños momentos
y los detalles simples de la vida.
La felicidad implica aceptarme tal como soy,
con mis defectos y limitaciones.
La felicidad es disfrutar al máximo
a mis hijos pequeños.
La felicidad es una sonrisa, un beso,
una flor y una caricia tierna.
La felicidad es amar y ser amado.
La felicidad es darlo todo,
sin esperar nada a cambio.
La felicidad implica ser agradecido
con la vida.
La felicidad es más dar que recibir.
La felicidad es gastarse
y desgastarse por amor.
Desconozco su autor