Cuando tu broche apenas se entreabría para aspirar la dicha y el contento ¿te doblas ya y cansada y sin aliento, te entregas al dolor y a la agonía?
¿No ves, acaso, que esa sombra impía que ennegrece el azul del firmamento nube es tan sólo que al soplar el viento, te dejará de nuevo ver el día?…
¡Resucita y levántate!… Aún no llega la hora de que en el fondo de tu broche des cabida al pesar que te doblega.
Injusto para el sol es tu reproche, que esa sombra que pasa y que te ciega, es una sombra, pero aún no es la noche.
Manuel Acuña...
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