ACUARELA
A aquel que sin escucharme entendió lo que atrapaba mi voz:
Desvelada, así me encuentro, terminando algunas páginas,
empezando ésto de nuevo.
Es necesario escribir el día de hoy, mis ojos entreabiertos
y ojerosos piden que los cierre, pero mis manos,
frías, pálidas, pero hiperactivas no dejan de teclear,
de ponerle sazón a esta merienda.
Extraño, eso eres para mi, no recuerdo una sola vez
que tu nombre no me causará la sensación de rareza,
de una incomodidad secreta, de un sueño interrumpido
por algún ladrido nocturno.
"Extraño" no se quien eres, pero se que sabes mucho de lo que soy,
ya habían días pasados que me pedías a gritos un párrafo,
un texto que alucinara con tus remolinos sentimentales
y tratara de encontrarle un cause a este rió de emociones.
Más sigo tranquila, la noche esta ahí,
no se irá hasta la madrugada y cuando eso suceda
quizá me encuentre en la cama y esta carta ya haya sido enviada.
No te ofendas, podría escribir muchas positivas de ti,
pero suelo desalentar un poco a los que por sus hazañas creen tocar el cielo.
No te ofendas, lo ruego, he aprendido a quererte con todo y tus tropiezos,
con tus manías, y esa fuerza que feroz quiere
en un abrazo arrancarme el aliento.
¿Debería ocultar al mundo este pedazo de mi historia?
No, al mundo quizá no le interese ni un poquito de mi vida,
pero tu, tu vales sacarle punta al lápiz y seguir escribiendo.
Por que acompañaste mi aislamiento, me abrazaste entre las lagrimas,
me diste más que tu mano, me salvaste una vez la vida...
Por cierto, tengo las manos cálidas, el cuerpo frío y los pies, los pies helados...
Expresarse es lo mínimo que aún conservo de esa mujercita que conociste,
he reformado cada centímetro que me aquejaba,
he dicho que ya no me duele nada y declarado al amor como
el valor más grande, aunque me he puesto un traje de soledad.
Contenta estoy, aquí nada denota melancolía,
me enamoré de la vida
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