He tratado algunas veces el tema de la forma en que
manejamos nuestro diálogo interno y
por supuesto el que tenemos con los demás.
Es usual que el mismo sea mantenido desde
parámetros negativos, tipo:
No pude, no soy creativo, no tengo tiempo o dinero, etc....
Usamos negaciones y/o proposiciones que cierran,
en lugar de abrir posibilidades como:
Siempre el mismo estúpido, toda mi vida ha sido una
lucha difícil para conseguir lo que quiero, nunca se me va a dar mi deseo.
Quiero enfatizar la enorme importancia de reformular estos conceptos.
La palabra es el segundo nivel de creación
(pensamiento/palabra/acto) y si la utilizamos mal
se nos hace muy complicado remontar la fase de construir cualquier cosa.
Entonces, escúchate hablar contigo mismo y con otros.
Escribe tus dichos negativos o cerrados y reformúlalos
hacia otros positivos y abiertos? y úsalos!!
De lo contrario seguirás en lo mismo.
Todo lo que aprendas tiene que estar al servicio de tu acción.
Transcribo a continuación algo que recibí (no sé de quién).
¿Cuál es la pregunta que te haces cuando
te encuentras ante un problema o una situación difícil?
Tu cerebro es más poderoso que una sofisticada
computadora a tu servicio.
Él responde con precisión a la forma
cómo te hablas a ti mismo y a las preguntas que te haces.
Si te preguntas:
- "¿Por qué soy siempre tan estúpido?"
de inmediato tu mente te dará los argumentos
que serán una respuesta satisfactoria.
- "¿Por qué tengo tan mala suerte?"
entonces tu mente te recordará todas las razones
para sentirte desafortunado.
O te enfocará en los aspectos difíciles y desagradables de tu vida.
Si en cambio te preguntas:
- "¿Qué hice mal?" o "¿Cómo hago para no repetir
este error? "tu mente te ayudará a encontrar una salida constructiva.
Los científicos e investigadores del comportamiento
han determinado que las personas que logran mejores
resultados se hacen ciertas preguntas ante las situaciones difíciles.
Te puedes hacer preguntas que te debiliten o preguntas que te fortalezcan.
Si ante un problema eliges alguna o varias
de las siguientes preguntas, crearás confusión y emociones dolorosas.
Ejemplos de preguntas que debilitan:
- "¿Por que a mí?
- "¿Por qué soy tengo tan mala suerte?"
- "¿Por qué a mí todo me sale mal?"
- "¿Por qué le caeré mal a la gente?"
- "¿Por qué a mí nadie me quiere o me comprende?"
- "¿Por qué a mí me cuesta tanto aprender?"
- "¿Cuánto me durará mi mala suerte?"
- "¿Por qué a mí nunca me tienen en cuenta?"
- "¿Por qué no me valoran?" o "¿Por qué a nadie le importa lo mío?"
Todas éstas son preguntas que te inducen a generalizar
o exagerar lo difícil y sobre todo a desconocer
o menospreciar tus cualidades y recursos.
Además notarás cómo las respuestas a estas preguntas
te dificultarán la resolución de cualquier problema y
por encima de todo generarán en ti autocompasión,
aislamiento, culpa y resentimiento.
Lo peor de todo es que te sentirás sin poder
ante esa adversidad específica.
Si en cambio eliges hacerte preguntas empoderadas o
asertivas tu mente se enfocará en lo que depende de ti,
te ayudará a definir tu problema y tus recursos
de una manera más constructiva.
Estas preguntas te ayudarán a sentirte más fuerte
y optimista con más control en tus resultados.
Ejemplos de preguntas con poder:
- "¿Cómo puedo salir fortalecido de este problema?"
- "¿Qué hice mal?" o "¿Qué error cometí?"
- "¿Cómo puedo acercarme a esta persona tan complicada?"
- "¿Cómo puedo ganar el apoyo hasta de los más renuentes?"
- "¿En qué áreas tengo que prepararme mejor?"
- "¿Qué lección me deja este problema?"
- "¿Cómo hago para no repetir el mismo error?"
- "¿Qué cualidades o recursos tengo que me ayudarán
a encontrar una salida?"
- "¿Qué tiene de positivo esta situación?"
Te invito a observar el poder de tus preguntas,
a estar más conciente de tu propio lenguaje interior
y a disfrutar de las diferencias.
Compartió Dra Gladys Bessi