En un apartamento de Gandía,
Alicante, dos hermanas
compartían habitación durante el verano.
Por las noches salían hasta tarde
y se acostaban antes
de que amaneciera porque estaban de vacaciones
y no tenían obligación de levantarse temprano.
La hermana mayor se acostó y se quedó dormida
en cuestión de segundos,
tanto era el sueño que tenía.
La otra hermana se entretuvo en el cuarto de baño
unos minutos, y cuando apareció por la habitación
se quedó boquiabierta durante el poco tiempo
que duró el extraño suceso. Apenas quedaban
unos minutos para que amaneciera, y un poquito
de luz comenzaba a asomarse a través de la terraza,
sin embargo la joven vio otra luz:
una silueta brillante,
blanquecina y alargada,
que desde los pies de la
cama alargaba unos brazos sin carne en dirección
a su hermana dormida.
Al entrar en la habitación
lo que sin duda debía ser
el rostro del ser se giró hacia
el umbral de la puerta donde estaba ella y acto
seguido la silueta se empequeñeció a pasos forzados
como un fuego en movimiento y salió por la terraza.
¿Quién era aquel ser? ¿Les había pasado antes?
Lo único que pude averiguar
de aquella conversación
que me pareció interesante era
que la hermana dormida poseía