Invictus
A tiro de piedra, el fin de año. Las festividades tan temibles.
La verguenza y el temor de la anticipación y los reencuentros.
Las familias no son otr
a
cosa de lo que sucede en la trama social. Donde se han tejido
diferencias irreconciliables. Hace solo uno días asistimos a la ruptura
del contrato social de la clase media con un gobierno en franca
metamorfosis a crisálida.
Las instituciones son estructuras frágiles
carcomidas por la corrupción y la incompetencia. Sin imaginación, sin
creatividad, sin soluciones.
El estado es un monstruo obsceno e
insaciable de recursos públicos. Un tótem formidable al que rinden
gloria, jefes torpes, ineptos e inescrupulosos. Un ídolo voraz que se
devora a través de una de las inflaciones mas altas del mundo lo mejor
del ahorro de los trabajadores.
En el orden social, asistimos a un
fenómeno caracterizado por la aparición de personalidades cada vez más
complejas y de un grado de infamia y vileza nunca antes registrado en la
crónica. En efecto, los perversos, ladrones y asesinos no son solamente
los extraños que asechan en la oscuridad. Ahora los malvados forman
parte de nuestro entorno cotidiano, de nuestro hábitat laboral, nos
resultan trágicamente familiares. (Valga este ejemplo: en el Hospital
Materno Infantil de M. del Plata hay una joven de 28 semanas de embarazo
a la que el marido rocio con alcohol y le prendió fuego con un fósforo,
como una antorcha humana). Pero estos casos se multiplican. El agresor
ya no es el desconocido, ahora duerme, come y defeca con nosotros. ! No
hay ni uno solo de esos periddistas almidonados, que consumen la vida de
la gente diciendo soberanas estupideces, que haya hecho esta
observación!
Padres e hijos se tratan como extraños. El amigo de
ayer, hoy es uno más de los que levanta la uña ennegrecida en el
tribunal de los acusadores. El hermano que ayer era nuestro compañero de
aquellas remotas desventuras, hoy es un extraño sentado en alguna parte
de la mesa.
Todos estos desencuentros no son por casualidad; sino por causalidad.
Se
gestaron y promovieron desde el seno de una administración que buscó
legitimidad reivindicando una lucha fratricida y abusando de la gesta de
personas cuya razón para vivir reside en levantar las fotos de sus
muertos. Mientras se aplicaba una política distributiva de una riqueza
limitada a una circunstancia inusual, signada por la revaloración de los
commodities. Así encadeno una economía con un empresariado codicioso y
poco reflexivo al monocultivo de soja. Hoy este cultivo, estrechamente
dependiente del clima cae estrepitosamente en los mercados. Sin crédito
externo, sin milagros encadenados al deterioro de los términos del
intercambio. Agotados los recursos de apoyo de amplios sectores de la
sociedad que antes festejaron con el aumento del consumo, con sus viajes
al exterior y con sus inversiones inmobiliarias. El gobierno comienza a
develar el fondo del pozo de agua que creyó insondable.
En el
terreno personal, solo puedo entrever una progresiva proletarización en
términos profesionales. Decir que de cada 100 pesos producidos 52 van a
parar al fisco parece una exageración pero esta lejos de serlo. El
trabajo cotidiano se vuelve así una condición penosa y escasamente
gratificante. En mas de un caso he comprobado que es una experiencia
embrutecedora. No se premia la excelencia. No se reporta la ocasional
genialidad al resolver un problema. No se elogia lo brillante y
sobresaliente. Más bien, es completamente lo contrario. La chatura, la
mendacidad, la obsecuencia, la mediocridad, la sumisión son las
cualidades que hoy son motivo de elogio.
Borges decía al respecto: “No nos une el amor, sino el espanto”
Siento una profunda consustanciación con el poema Invictus. Resume las circunstancias que prefiguraron este año
Los
invito humildemente, a leer y estudiar la poesía de William Ernest
Henley que lo escribiera en 1875, en plena hegemonía victoriana. Espero
que esas palabras sean de inspiración y de ayuda cuando se encuentren
bajo pruebas difíciles.
En medio de la noche que cae sobre mí,
Negra como un pozo que se hunde inabarcable,
Doy las gracias a dios, si es que algún dios existe,
Por ser el propietario de esta alma invencible.
Atrapado en las garras de las circunstancias
Nunca he vociferado ni he expresado dolor.
Bajo los mazazos de mi pésima suerte
Mi frente se desangra pero jamás se rinde.
Más allá de este lugar de lágrimas y cólera
Veo que se aproxima el más siniestro horror
Y que el tiempo amenaza
Pero no los temo.
No me preocupa que se cierren las puertas
Ni que lluevan sobre mí un sinfín de castigos
Pues sé que yo gobierno el rumbo de mi vida
Y que soy el capitán de mi alma invencible.