Cuando un día cualquiera se diluyen los miedos, se abren puertas al alma de dos pieles en juego hay palabras que sobran, y hay caricias que alcanzan a decir el anhelo que fluyó en la mirada.
Y cuando eso sucede cuando riman los sueños, cuando suenan canciones del latir de dos cuerpos y cuando ese preludio manantial de misterios, rompe el cántaro absurdo que apresaba el deseo, no es un día cualquiera no se espera un mañana.
Es un hoy infinito vislumbrado de calma.
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