El marido decide cambiar de actitud.
Llega a casa todo agrandado, y con voz de macho ordena:
-Quiero que prepares una comida como para los dioses y cuando termine, espero un postre maravilloso.
Después de cenar traeme una copa de coñac y preparame un baño caliente para relajarme.
Y todavía más...cuando salga del baño, ¿adiviná, quién me va a vestir y a peinar?
- El hombre de la funeraria...Respondió plácidamente la esposa.