No juzguemos a la gente, y menos sin conocerla
Cierta vez, dos hombres iban andando por un valle, y uno de ellos, sen~alando con el dedo i´ndice hacia la falda del monte, exclamo´: “¿ves esa ermita? Alli´ mora un hombre que desde hace tiempo se separo´ de la humanidad. Busca a Dios, y nada en esta tierra le importa”. Y el otro contesto´: “ese hombre nunca encontrara´ a Dios hasta que deje su ermita y la soledad de la misma, y regrese a nuestro mundo a compartir de nuestra alegri´a y de nuestro dolor, a danzar con nosotros en las festividades de matrimonios y a sollozar con los que sollozan al lado de los atau´des de nuestros difuntos”. Y el otro hombre se persuadio´ en verdad. Sin embargo, a pesar de su persuasio´n, respondio´: “estoy de acuerdo contigo en cuanto has dicho, pero considero que ese religioso es un hombre bueno. ¿Y no consideras que muy bien puede ser que un hombre bueno, con su alejamiento haga ma´s bien a la humanidad que la presencia de todos esos hombres, que solamente son buenos
Khalil Gibra´n (poeta, pintor, novelista y ensayista libane´s, 1883-193
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