Aunque es común decirlo, todos hemos sido niños alguna vez.
Y sin lugar a dudas, las esquinas de nuestra memoria, reflejan
las ténues luces del brillo de la infancia.
Descubrir el mundo, interpretarlo con nuestras primeras teorías,
comprender la exquisita trama de las relaciones humanas,
las trampas del lenguaje, las desilusiones y las sorpresas,
las máscaras de la cultura y sus disfraces... sin duda,
se trata de delicadas y sutiles huellas que pueden incluso
tener la asombrosa capacidad de influir sobre nuestro presente...
porque pueden continuar vigentes, en cada uno de nosotros,
aunque revisadas y hasta embellecidas por el paso del tiempo
y de las aventuras de la vida.
Hoy quisiera volver a esa linda infancia en la cual fui tan, pero tan feliz,
me acuerdo del circo una gran fiesta para todos los chicos,
ahi iba yo con mi vestidito blanco, mi gran enagua almidonada,
mis zapatitos y medias blancas, parecia una palomita
asi me decia papá. Y mi hermano? ayy cuanto trabajo me dio...
siempre tapándolo para que no lo reprendieran, sus escapadas con
la bendita pelota que aun hoy no deja de lado, el fútbol es su pasión.
Pero... que orgullosa me sentia al poder protejerlo de las palizas
que recibiria si yo no ocultaba sus travesuras, claro que muchas
veces las palizas eran para los dos, a él por lo que hacia y a mi
porque siendo solo cuatro años mas grande lo protegia como si
fuera su mamá.
Que tiempos lindos fueron los de mi niñez, me encanta recordarlos
y compartirlos con ustedes.
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