Con mecánica experiencia,
sabes cuándo alguna falla
te hace desechar las piezas
o la máquina completa.
Dictaminas insensible
si hay remedio o se elimina,
como juez dueño de vida
o quizá dueño de muerte.
Cuando escucho tus palabras
que tan frías salen de tí
se me hiela el alma entera,
siento compasión por tí.
Te olvidaste que hace años
prometiste al estudiar
que sanarías lo posible,
remediando las dolencias,
Y cuando nada en tus manos
pudieras ofrecer más,
para un cuerpo que doliente
pudiera hasta tí llegar,
Entonces tú prometiste
que consuelo brindarías
hasta el último momento
y ser humano serías.
Ay amigo, siento pena,
te volviste comerciante,
te olvidaste que a tí llegan
los humanos como tú,
Que no es todo medicina,
que no es todo cirugía,
que tus manos también dan
el alivio que se espera,
Que tus palabras encierran
la esperanza, el consuelo,
el aliento y compasión
o la muerte antes de tiempo
para en quien en tí confió.
Qué tristeza que yo siento,
cuando pienso aconsejarte
que cambies de profesión
si olvidaste para siempre
Que al final de este camino
llegaremos hasta Dios,
devolveremos los dones
con que se nos proveyó,
Presentaremos las manos,
éstas con que trabajamos,
y en ellas tendremos huellas
de todo el bien que no hicimos,
De todo lo que dijimos,
de cuánto dolor sembramos,
de todo aquél que matamos,
Porque matar la esperanza
es como matar la vida
del que viene hoy hasta tí,
es como acabar temprano
contigo mismo mi hermano.
Esta noche yo te invito,
reflexiona, aún es tiempo,
llena de amor tu trabajo,
hazlo con el corazón,
No te olvides que de pronto,
porque la vida es así,
puedes ser tú el paciente,
y buscarás al mejor,
Querrás sin duda uno bueno,
uno de gran corazón,
uno que te dé el alivio
más allá de curación.
Martha Josefina
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