Imagina qué bueno sería contar con alguien que estuviese dándote aliento constantemente. Acostúmbrate a alentarte a ti mismo y eso será justamente lo que obtendrás.
Todo el día estás pensando y diciéndote cosas a ti mismo. Tienes la capacidad de decidir con mucha precisión cuáles serán esos pensamientos y cuáles esas palabras.
Decide que sean positivas, motivadoras y alentadoras. Aprovecha adecuadamente las miles de oportunidades que tienes cada día, de darte a ti mismo apoyo y orientación.
Si te descubres castigándote mentalmente, decide dejar de lado en ese preciso instante un comportamiento tan destructivo. En cambio, date a ti mismo unas pocas palabras de real y sincero aliento y nota cuánto más lleno de energía y efectivo te sentirás.
Por otro lado, acostúmbrate a dar aliento a los demás cada vez que puedas. Eso te llevará a darte más aliento a ti mismo.
Gabriel Sandler