Todo lo puro, luminoso y bello que nos conmovió en la joven edad, los momentos de oración silenciosa, los instantes de amor y de verdad; la nostalgia de algo perdido, los sueños que el alma suele brindar.
La lucha por mejores ideales…
Esas cosas no morirán jamás.
La tímida mano que se extiende a ayudar al hermano que ha caído, la palabra amable y consoladora que demuestra al verdadero amigo; el pedido de clemencia suavemente pronunciado cuando la justicia amenaza con golpear.
El lamento de un contrito corazón…
Esas cosas no morirán jamás.
Nada descuides, pues toda mano ha dejado de trabajar con esmero.
No pierdas la oportunidad de invocar el amor.
Se firme, justo y sincero, y así una luz imperdurable desde lo alto te habrá de iluminar, y voces de Ángeles oirás decir:
Esas cosas no morirán jamás.
Charles Dickens