opinión / Espido Freire Bilbao 1974, escritora. Licenciada en Filología.
Elecciones
Hace unos días asistí a una peculiar guerra de modos de vida durante una comida en una empresa con un notable interés por la conciliación familiar: las mujeres casada mostraron, pronto, un amargo resentimiento ante los ascensos que las solteras conseguían, e insinuaban de manera abierta que se debía a favores sexuales. Las solteras contratacaron acusando a las casadas de quedarse embarazadas de manera reiterada y de solicitar una cómoda media jornada, con lo que se hacían poco competitivas y con un bajo compromiso con la empresa. El cruce de reproches se detuvo con brusquedad en el límite del insulto, mientras los dos varones presentes saboreaban plácidamente el postre.
No era la primera vez que escuchaba un discurso semejante, casi siempre verbalizado por mujeres, lo que demuestra la manera epidérmica en la que los hombres se han involucrado en las responsabilidades familiares, y las pocas renuncias personales que asumen. ¿Han de gozar las mujeres casadas o madres de privilegios que no se les otorgan a las solteras? ¿Por qué? ¿Qué razón se puede esgrimir para que una persona que ha elegido no casarse o no tener hijos haya de pagar baja de maternidad o permisos por matrimonio de otras sin verse compensada con privilegios similares? ¿Es que no es una elección absolutamente libre el tener hijos, y no conlleva unas consecuencias determinadas?
Lamento mucho que esta cuestión yan interesante se haya centrado en lo femenino, porque eso me da pocas esperanzas de una resolución rápida y satisfactoria. Las mujeres soportan en silencio un grado de sufrimiento, de incomodidad y de frustración tan alto que resulta complicado que pongan sobre la mesa temas como éste. La carencia de baja de paternidad esconde aún diferencias salariales y, sobre todo, la excepcionalidad de que las mujeres, por distintas razones, accedan a puestos de alta responsabilidad. Algunas se convencen de que no les compensa. Otras renuncian de antemano, persuadidas de que no están preparada o por guardarse en la manga la carta de la maternidad. Pero ¿es posible conseguirlo todo y ser mujer? ¿O, en el fondo, continúa resultando más rentable para todos, especialmente en estos aterradores momentos de crisis, que las mujeres sigan siendo madres, cuidadoras, silenciosas, y trabajadoras a media jornada? No es cierto ya que la aspiración de toda chica sea casarse y tener preciosos niños. Pero, ¿por qué se les pone tan difíciles las cosas tanto a solteras como a casadas?
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Cele -Celestino-
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