mejora personal
No me tomo
nada en serio
Aparentemente alegres y despreocupadas, reaccionan con ligereza ante acontecimientos importantes de su vida. ¿Falta de motivación? ¿Un mecanismo de defensa o una conducta para evitar compromisos excesivos?
"Me acaban de despedir del trabajo, pero no me importa demasiado. Esta tarde me iré al cine, y mañana cuando me levante empezaré a buscar uno nuevo. En días así, es cuando más me acuerdo de Alicia. Con ella sería más fácil superar esto, pero se llevó todos mis planes de futuro. Y ahora, realmente, lo que pueda pasar tampoco me quita el sueño", comenta Rubén, quien, a sus 32 años, tiene pocas ilusiones tras la ruptura con la que fue su novia durante más de cinco años.
Como Rubén, son muchas las personas que reaccionan con cierta ligereza ante situaciones importantes de su vida cuando sufren reveses. Una actitud que especialistas como la psicóloga clínica Marina Martín-Artajo asocian con una cierta falta de motivación, como ella misma explica: "La falta de interés puede entenderse como una falta de motivación, de deseos, de ilusiones, como una carencia de expectativas de éxito o exceso de expectativas de fracaso".
Para distanciarse del problema y no dejar que les afecte en exceso, algunos eligen no implicarse demasiado emocionalmente en él".
Un mecanismo de defensa
Pero es también un mecanismo de defensa, como cuenta Macarena, de 39 años: "Cada vez que me salía algo mal, intentaba tomármelo con humor. Para mí era una manera de no dejarme arrastrar por la angustia, de protegerme. Todo pasaba por ahí: mis problemas en el trabajo, mi divorcio, la enfermedad de mi madre...". Puede ser una forma de relativizar las dificultades que van surgiendo a lo largo de la vida, pero también sirve de tapadera para no afrontar los fracasos. "A menudo son personas con pocas habilidades para afrontar los fracasos y los contratiempos. Prefieren "no hacer nada" antes que aceptar "hacer algo" y que salga mal o que no salga como esperaban", añade por su parte el psicólogo clínico Miguel Hierro. Suelen ser personas que toleran poco la frustración.
¿Es un problema de educación, de algo que arrastramos desde la infancia? Martín-Atajo sostiene que muchos actuales estilos educativos no potencian en absoluto la tolerancia a la frustración, el aplazamiento de la gratificación inmediata, valores como la empatía y la perseverancia en la consecución de un objetivo a largo plazo. "Eso sucede fundamentalmente en dos escenarios: bien por exceso de gratificación, que convierte a los niños en personas muy saciadas o bien por déficit de autoestima y estímulo, como es el caso de los que ven absolutamente inalcanzables sus sueños o que han sido severamente castigadas por un fracaso o una decepción parental", asegura la psicóloga.
Huir de la responsabilidad
El problema surge con respecto a los demás. Dar una imagen demasiado ligera de uno mismo nos hace perder credibilidad en el trabajo, puede llegar a hartar a nuestra pareja o nos desvaloriza ante nuestros hijos que pueden llegar a no reconocer nuestra autoridad. Nadie nos toma en serio. ¿Cómo el entorno puede ayudarnos a superarnos? Para Miguel Hierro, la mejor forma de hacerlo es "evitar resolver la papeleta. Podemos proponer, opinar, no discutir o enfrentarnos con ellos por su situación. Pero el pensar es su situación, ellos sabrán hace que les responsabilicemos de si cambian o no".
MARTA NIETO
¿QUÉ HACER?
Cambiar el enfoque. La desmotivación tiene que ver con la percepción de que los deseos son inalcanzables. Uno de los cambios que debemos llevar a cabo es empezar por ponerse metas, deseos, objetivos de acuerdo a las posibilidades reales.
Permitirse la frustración. Los deseos no se pueden realizar así como así, por tanto una buena dosis de paciencia, ensayo y error son fundamentales para ir avanzando.
Comparte los objetivos con alguien que te ayude a darles forma y sentido. Es recomendable contrastar con alguien (que sea de tu absoluta confianza) la posibilidad real de llegar a cumplir los deseos marcados. Un observador puede aportar mucho desde una buena perspectiva.
Perseverar en el intento. No te desalientes. Las cosas no se consiguen en dos días, falta tiempo y tenacidad para que salgan adelante.
Asigna un valor a tus objetivos. Da importancia a lo que haces. Búscale un valor, un sentido: que valga la pena luchar por el beneficio que va a tener en ti: sentimiento de capacidad, autonomía, superación, reconocimiento, mejora de las relaciones... si tú no eres capaz de valorarlo, poca gente lo hará por ti.
PSYCHOLOGIES
Cele. -Celestino-