Amigo de la nada; amigo
del todo...
De los amaneceres cálidos y de las noches frías, de los días
de arduo trabajo en la búsqueda del sueño y la autorrealización; amigo de las
noches de copas y tragos al terminar la jornada diaria, tratando de ahogar con
el licor la horrible sensación de impotencia, el amargo sabor de la
frustración... que queda cuando se deja el cuerpo y el alma peleando en este
mundo automatizado y cruel, en este bosque de cemento en esta selva de seres
humanos....de la cual a veces nos alimentamos, pero el mismo que nos consume
lentamente...
Amigo de esos pasos solitarios en los caminos de la vida,
de las miradas que se pierden en esa brecha hacia sueños infinitos llenos de
confusión; amigo del sonido desgarrador que dejan los que caminan sin
ritmo...pero a la vez amigo de la esperanza que alimenta su andar.
Amigo
de las ilusiones amorosas que provocan sonrisas incoherentes, incesantes e
interminables, cosquillas en el estomago por la ilusión, por la nueva vida que
sugiere un nuevo amor... Amigo del dolor que duele hasta en el mas pequeño
hueso, cuando nos abandonan y no entendemos la razón,... amigo del corazón que
crece cuando ama, que late fuerte con emoción...y amigo del que se fortalece,
cuando le quiebran, cuando lo arrancan del pecho sin ninguna razón...
Amigo de los porqués, de los cuántos y los dónde, de las preguntas sin
respuestas, de las búsquedas infinitas sobre las cosas y los seres humanos...
Amigo de las almas vacías sin colores, cansadas de emociones que no quisieron
nunca, pero que tuvieron que cargar siempre... Amigo de la vida y de la muerte,
del cuerpo que nace y da esperanza... Del que muere y parte, dejándonos en
reflexión...
Amigo del aroma de las rosas húmedas y frescas en las
mañanas, que sus aromas nos recuerdan la gracia de estar vivo... Amigo de las
rígidas y secas espinas, que con sus dolorosas punzadas nos recuerdan el dolor
de también estarlo. Amigo del espejo, objeto sagrado que tantas veces nos dibujo
nuestras sonrisas... Amigo de ese verdugo quebradizo que nos mostró como el
dolor un día se hizo liquido y rodó por nuestras mejillas...
Amigo del mar grandioso
y enérgico; símbolo de vida y fortaleza, testigo silencioso de románticos
momentos, pero amigo, de sus rebeldes aguas, capaces de arrastrar hasta su
fondo, hasta el alma más noble sin dejarla respirar jamás... Amigo de la
satisfacción de contar con la lealtad de un amigo, de ese familiar que elegimos
un día...amigo del sabor amargo de su traición innecesaria, que de golpe un día
nos hizo madurar...
Amigo de esa fe hermosa
y ciega que heredamos, que nos abraza con ternura en las noches de miedos e
inevitables confusiones, que nos alegraba de niños en las protocolares
ceremonias y en la que de adulto nos refugiamos por necesidad... Amigo de esa
estatuilla de yeso, que con su mirada inerte y su cabeza vacía solo sirvió para
de rodillas vernos de rodillas llorar al quebrantarse nuestra fe.
Amigo
de ese amor, amigo de ese odio del amor que un día a los cuatro vientos me
profesaste, que me recargo con la más bella ilusión amigo de ese odio que nació
con tu traición, pero que hoy en mi soledad me extendió su mano amiga dándome el
coraje para romper el nudo de mi garganta y aunque con dificultad, volver a
respirar.
Amigo del recogimiento de la risa, del perdón y del rencor del
sacrificio, de lo divino, de la pureza, del sexo, de lo espiritualmente lleno,
de lo vacío y lo mundano y de lo carnal amigo del ruido y del silencio pero muy
en especial, de mi soledad...
Amigo tuyo y amigo mío, del pasado y del
futuro del todo y de la nada amigo de no sé qué.
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