ESPOSA DEL AGRICULTOR
A LA ESPOSA de un próspero agricultor le gusta andar descalza por su casa. Cierto día tocaron a la puerta y acudió a abrir; era un individuo que, quitándose el sombrero, le dijo:
-Vengo a comunicale a su marido que no podré pagarle el dinero que le debo hasta dentro de algunas semanas.
Al darse cuenta de que había salido a la puerta sin zapatos, la señora, avergonzada y para disimular su turbación, le contestó:
-Está bien. Estoy acostumbrada a andar sin zapatos, que ya no me encuentro a gusto de otra manera.
Al día siguiente, el deudor volvió con el dinero.