LA IMAGEN

Al pasar la página del periódico, tropecé con esta fotografía en la que una mujer permanece apoyada sobre el extremo de un ataúd como quien se apoya para descansar en la esquina de un mueble. Hay algo como de habitual, como de cotiadiano, como todos los días, en la expresión absorta de la mujer, que sostiene en la mano derecha lo que parece una gamuza que quizá pasa de vez en cuando por el féretro para sacarle brillo. En las situaciones complicadas nos llaman la atención las cosas simples: ese cuadro descolocado, esa falda torcida, esa mota de polvo sobre la mesa... Ahora bien, ¿podemos llamar mueble a un ataúd? Si nos atenemos a la definición del diccionario, no. Pero son tantas las excepciones, y en todos los órdenes de la vida, que quizá en este caso la caja del muerto formara parte del ajuar, tan modesta por otra parte: apenas unas sillas de plástico y una mesa sobre la que se ha colocado un paño blanco, como de altar, para recibir la caja en cuyo interior reposa el cuerpo de Isis Obed, un joven de 29 años abatido por una bala del ejército golpista de Honduras. La mujer, como ya habrán adivinado, es su madre. Mientras ella velaba a su hijo, el obispo de Tegucigalpa leía por la tele un manifiesto de apoyo a los golpistas, de modo que la vida continuaba idéntica a sí misma: los criminales matando y sus cómplices naturales proporcionando munición verbal a los asesinos. Y mientras las horas y los minutos pasaban con su carga de declaraciones y contradeclaraciones, la madre de Isis permanecía apoyada sobre un extremo del ataúd, como diciendo: estamos jodidos.

Fotografía de Efe

EL PAÍS SEMANAL

  

Cele -Celestino-