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ME DOY PERMISO PARA...
sentirme feliz
con mi familia y con los seres queridos
que aún viven o que ya no están.
En realidad, todos los seres humanos
tenemos muchas más cosas en común
que cosas que nos separan:
incluso aquellos,
a los que en algún tiempo...
llegamos a detestar o a odiar
merecen nuestro perdón.
Y es un bienestar,
que nos damos a nosotros mismos,
cuando damos por canceladas "deudas" pasadas.
¡El pasado, pasado está!
¡Y hay que afirmarlo bien rotunda y alegremente!
Es aligerarnos nosotros mismos de un fardo pesado
-el del resentimiento-
y permitirnos perdonarnos nosotros mismos también
nuestras propias equivocaciones.
Cada uno ha hecho con su vida lo que ha podido.
No es saludable, no da bienestar condenar con severidad
y de forma inapelable a los otros:
cada uno de nosotros tampoco es perfecto:
por suerte...
Respecto a las personas y a los seres amados
que ya se han ido físicamente,
que han muerto,
me doy permiso para no sentirme culpable
por lo que pudo haber sido y no fue.
Hicieron lo que pudieron,
nosotros hicimos lo que pudimos,
y ahora también hacemos lo que podemos y sabemos.
Y en el fondo de cada uno de nosotros late la certeza
-¡sí, certeza!-
de que todo tiene sentido:
hay algo que nos engloba a todos
y que en algún momento del cosmos o de nuestra vida,
nos revelerá el sentido de todo.
La vida, vale la pena.
D/A
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