ONCE ROSAS ROJAS Y UN BLANCO
CLAVEL
Yo lo
soñaba entonces, inmune a todo mal
hurgando un horizonte cubierto de
regresos,
vestido con el traje febril de la esperanza y los ojos llenos de
memoria.
En mi
delirio inmenso, jamás imaginaba que podría ser el dueño y creador de cada uno
de mis sueños.
Al
verlo de mi lado, por siempre desprendido de toda promesa,
me convertía en la
mujer más valiente y poderosa que yo nunca había conocido.
Yo sí
guardé en el pecho el amor que nunca se olvida,
por mi Dios juro... qué lo
adoré tanto...
En las
tardes de lluvia se volvía como un niño
a entrometerse entre mis brazos,
Desde la más tierna distancia que nunca quiso acortar.
En
algunas noches... como caballero elegante, tomaba mi cintura y me llevaba a
bailar.
Nunca
amé tanto mi soledad, desde que él descubrió mis más preciados valores...
Jamás
lo eché de menos con tanta alegría... desde que él dejó el sonido de su mirada
en mi cuarto.
Su amor
se distinguía como un blanco clavel de pureza,
entre el dolor que daban las
espinas de tantas rosas rojas...
Su amor fue inocente como el primero y
eterno como el último...
Su amor no se compara, no se cambia, ni se
reniega
...solo se vive.
Once rosas
rojas y un blanco clavel...
Y mi ilusión
infinita de algún día coincidir con el.
desconozco
autor