Antes de conocerte mi vida estaba vacía nada tenia sentido para mi era un libro sin nada escrito en sus paginas un libro sin abrir, un capullo que jamás reventó un tesoro que nadie descubrió.
Se que todo esto es muy deprisa para ti solo dame un chance, dame solo un instante solo quiero estar junto a ti, nadie me hizo sentir lo que tu era un haisver que flotaba perdido en el mar.
Vamos! no me niegues que no sientes un poco lo que yo no te pido nada, solo que tus labios dicen algo pero tus ojos lo desmienten, si hay amor todo puede pasar tu mirada me dice que me amas, tu voz dice cosas sin sentido.
Te llevo a todos lados, en donde este, estas tu date cuenta! eres mas que todo para mi eres el alma completa, eres algo mas que amor este amor va mas allá de esta tierra, tras pasa fronteras.
Te amo! y lo puedo gritar si me lo pides no es un secreto para mi amarte me encanta que te pongas nervioso cuando te me acerco no es mi intención hacerlo, pero me eres irresistible para mi deseo tanto un brazo tuyo, que nuestros corazones latan aun mismo son, como el compas de una cancion.
El amor no es un secreto que se puede guardar por siempre tarde que temprano explota y mi corazón tenia que hacer lo mismo a el no le puedo enseñar de razones, solo se limita amar en palabras fáciles seria, me tienes el corazón todo acelerado.
Doy gracias a la vida, por habernos cruzado en el momento preciso y exacto para que tu y yo nos pudieras encontrar, por que el amor se resume entre dos cosas que uno y uno, que no interceden terceros.
I
¡Ay!, cuando los hijos mueren,
rosas tempranas de abril,
de la madre el tierno llanto
vela su eterno dormir.
Ni van solos a la tumba,
¡ay!, que el eterno sufrir
de la madre, sigue al hijo
a las regiones sin fin.
Mas cuando muere una madre,
único amor que hay aquí;
¡ay!, cuando una madre muere,
debiera un hijo morir.
II
Yo tuve una dulce madre,
concediéramela el cielo,
más tierna que la ternura,
más ángel que mi ángel bueno.
En su regazo amoroso,
soñaba... ¡sueño quimérico!
dejar esta ingrata vida
al blando son de sus rezos.
Mas la dulce madre mía,
sintió el corazón enfermo,
que de ternura y dolores,
¡ay!, derritióse en su pecho.
Pronto las tristes campanas
dieron al viento sus ecos;
murióse la madre mía;
sentí rasgarse mi seno.
La virgen de las Mercedes,
estaba junto a mi lecho...
Tengo otra madre en lo alto...
¡por eso yo no me he muerto!
Es el abismo el que le atrae
desde su fondo más oscuro,
para que deje esta vida tan triste
que él ve cubierta de eterno luto.
No bien una sombra se disipa
otra se agranda... se agranda y le envuelve
sin que adivine por qué ha venido,
por qué le busca, ni qué le quiere,
pero le aterra y le acobarda
y a donde va le sigue siempre.
Si algún dolor abandona su alma,
otro más vivo y más intenso,
en sus entrañas haciendo el nido,
para él inventa nuevos tormentos,
mucho más hondos y más terribles
siempre los últimos que los primeros.
Un mal espíritu, algún demonio
de cuantos hay el más cruel
ha presidido su nacimiento
y oculto guía siempre su pie
hacia los bordes de la alta sima
a ver si puede verle caer.
Vacila su planta ya... y sus ojos
vagos se fijan en lo infinito,
que él cree imagen de la nada;
pero le atrae... le atrae el vacío
en donde flotas, genio invisible,
siempre llamándole hacia el abismo.
Y cae al fin... y nadie sabe,
ni nadie pregunta por qué ha caído.