Juana de Arco,
la doncella de Orleans
Con sólo 17 años convenció al rey Carlos VII para ponerse a la cabeza del ejército e hizo retroceder a las tropas inglesas en la guerra de los Cien Años. Juana murió con 19 años como una heroína, santa y patrona de Francia.
La vida de Juana de Arco es de la de una mujer valiente que antes de cumplir 20 años encabezó el ejército francés, logró expulsar a los ingleses de Francia y murió quemada viva por orden del duque Juan de Bedford. Su historia comienza en 1412 en Domrémy, un pueblecito de la región de Lorena (Francia). Juana creció en el campo y, aunque nunca aprendió a leer ni a escribir, recibió una educación profundamente religiosa por parte de sus padres.
En aquella época, Francia vivía una grave situación porque el ejército inglés estaba invadiendo las tierras galas rápidamente.
A los catorce años la niña comenzó a oír unas voces que le decían: “Tú debes salvar a la nación”. Las voces se repitieron durante meses, hasta que Juana decidió hablar con el rey Carlos VII para convencerle que debía permitirle encabezar las tropas francesas. Finalmente le Rey la nombra capitana y la joven Juana se pone al frente de 10.000 hombres rumbo a Orleans, la última ciudad sitiada por los ingleses.
Después de sus victorias llegaron las envidias y las traiciones, que desembocaron en su captura en 1431 a manos del duque de Redford. Juana fue acusada de brujería y condenada a morir en la hoguera. Durante sus últimos días, un compañero suyo de armas, Gilles de Rais, planeó un ataque con su contingente de mercenarios para rescatarla. Sin embargo, se demoró demasiado y sólo pudo llegar para contemplar sus cenizas. Juana murió el 29 de mayo como una hereje, cuando apenas tenía 19 años, en la plaza del mercado viejo de Ruan.
Pasados 25 años, el rey Carlos VII instigó a la Iglesia a que revisara aquel juicio inquisitorial, pero el papa Nicolás V se negro a reabrir el proceso, a pesar de que la familia de Juana aportó las pruebas necesarias para poder hacerlo. El Papa alegaba que la reapertura del caso resultaba inconveniente, dado el poco tiempo que había pasado desde los éxitos militares franceses sobre los ingleses y la posibilidad de que éstos se tomaran la decisión papal como una afrenta por parte de Roma. A la muerte de Nicolás V, el papa español Calixto III nombró una comisión de juristas y reconoció la inocencia de Juana de Domrémy en un proceso donde hubo numerosos testimonios y declaró herejes a los jueces que la habían condenado. Así, el Rey la declaró inocente en 1456
HEROÍNA Y SANTA
Considerada mártir y convertirla en el símbolo de la unidad francesa, en 1909 fue beatificada y en 1920 fue declarada santa por el papa Benedicto XV. Ese mismo año fue nombrada patrona de Francia. Juana fue una inspiración para las fuerzas aliadas en la Primera y Segunda Guerra Mundial. Aún hoy, Juana de Arco es el ejemplo de una mujer valiente.
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