mejora personal
“No soporto las
fiestas de Navidad”
“¿Qué haces esas fiestas?” Esta pregunta inocente despierta el malestar en muchas personas a las que no les gustan estas fechas y que se rebelan ante los excesos consumistas y las reuniones familiares. Este anticonformismo suele esconder algo más.
Mientras la mayoría de la gente disfruta y lo pasa bien durante la Navidad, existe también un número nada despreciable de personas que sufren durante esta época. Para ellos la figura de Papá Noel es una basura y la fiesta de fin de año es lo más parecido a un cataclismo.”Estas fiestas han perdido todo su sentido y esencia. Sólo importa gastar y atiborrarse de comida”, suelen decir los detractores de estas celebraciones. Según explica el psicólogo Pablo Fernández-Berrocal: “La navidad es un periodo emocionalmente muy especial que funciona como un amplificador, multiplicando nuestro estado de ánimo tanto positivo como negativo. Es una época perfecta para celebrar y compartir con los seres queridos nuestras alegrías y logros, pero también son unas fechas difíciles para aquellas personas que por motivos diferentes se sienten solas, deprimidas o, simplemente, incómodas, e incluso ridículas, compartiendo y manifestando una alegría falsa y artificial que en absoluto sienten”.
Fingir ser otro
Las personas que se sienten así perciben estas celebraciones como “una obligación debido a la fuerte presión contextual que les obliga a estar alegres y dichosas”, explica Fernández-Berrocal. “Se sienten como marcianos en el planeta de la Navidad y para no ser detectadas y señaladas se ven forzadas a fingir emociones positivas, aunque no sea de forma espontáneas. En definitiva, se ven obligadas a interpretar un personaje irreal que les hace sentirse incómodos en público”, apunta el psicólogo. Además, este tipo de reuniones sociales, ya sea entre amigos, familiares o compañeros de trabajo, les someten a duros tests de intimidad y de expresión de emociones que les hacen sentirse excluidas, ansiosas o agresivas.
Vuelta a la infancia
Las Navidades nos transportan a nuestra infancia, a aquellos momentos felices en los que de niño jugábamos y teníamos vacaciones. Para muchos, estos recuerdos pueden resultar agridulces, puesto que, al compararlos con la actualidad, “todo tiempo pasado fue mejor”. La pérdida de la inocencia puede llevarnos a sentirnos incómodos. Además, hay personas que no han conseguido construir una familia o las que han formado no ha resultado satisfactoria, y es en estas fechas en las que estos sentimientos de fracaso pueden potenciarse.
Miedo a lo desconocido
Este periodo marca la “muerte” del año, el final de un ciclo y el inicio de uno nuevo. Los momentos de transición pueden vivirse incómodamente, puesto que comportan un paso a lo desconocido y desestabilizan a las personas frágiles.
ISABELLE TAUBES/IDOIA RUIZ
¿Qué hacer?
Desdramatizar
“Si estar personas forman parte de nuestro entorno –explica nuestro experto – debemos intentar que se sientan cómodas y relajadas, que perciban estas fechas como una oportunidad, y no como una obligación. Un reto para encontrarse consigo mismas y con sus seres queridos. Dejando la impostura en un cajón por unos días y siendo lo más reales posible para poder integrarse con sus colegas de oficina, sus amigos y su familia”.
Hablar con tu entorno
“Una de las razones por las que puede ser que no gustan las fiestas de Navidad es el sentimiento de soledad, lo que provoca cierta angustia. En realidad es un sentimiento falso, una especie de tabú. Este año, trata de abordar el tema con desconocidos, vecinos, familiares, amigos. Comprobarás que lo que sientes no es tan grave y puede que su punto de vista te ayude a ver las fiestas de otra forma. Y si descubre que ellos tienen la misma concepción que tú, puede ser una buena idea compartida”.
Fomentar tu potencial
“La navidad puede ayudarnos a mejorar nuestras relaciones personales, puede acercarnos a aquel amigo que hace tiempo no vemos. Algo que puede hacernos sentir muy bien es agradecer algo que hayan hecho por nosotros durante el año, y si es posible hacerlo por escrito”, Concluye Pablo Fernández-Berrocal.