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Frente a frente
Oigo el crujir de tu traje,turba tu paso el silencio,pasas mis hombros rozandoy yo a tu lado me siento.Eres la misma: tu talle,como las palmas, esbelto,negros y ardientes los ojos,blondo y rizado el cabello;blando acaricia mi rostrocomo un suspiro tu aliento;me hablas como antes me hablabas,yo te respondo muy quedo,y algunas veces tus manosentre mis manos estrecho.¡Nada ha cambiado: tus ojossiempre me miran serenos,como a un hermano me buscas,como a una hermana te encuentro!¡Nada ha cambiado: la lunadeslizando su reflejoa través de las cortinasde los balcones abiertos;allí el piano en que tocas,allí el velador chinescoy allí tu sombra, mi vida,en el cristal del espejo.Todo lo mismo: me miro,pero al mirarte no tiemblo,cuando me miras no sueño.Todo lo mismo, peor algodentro de mi alma se ha muerto.¿Por qué no sufro como antes?¿Por qué, mi bien, no te quiero?Estoy muy triste; si vieras,desde que ya no te quierosiempre que escucho campanasdigo que tocan a muerto.Tú no me amabas pero algodaba esperanza a mi pecho,y cuando yo me dormíatú me besabas durmiendo.Ya no te miro como antes,ya por las noches no sueño,ni te esconden vaporosas las cortinas de mi lecho.Antes de noche veníasdestrenzando tu cabello,blanca tu bata flotante,tiernos tus ojos de cielo;lámpara opaca en la mano,negro collar en el cuello,dulce sonrisa en los labiosy un azahar en el pecho.Hoy no me agito si te habloni te contemplo si duermo,ya no se esconde tu imagenen las cortinas del techo.Ayer vi a un niño en la cuna;estaba el niño durmiendo,sus manecitas muy blancas,muy rizado su cabello.No sé por qué, pero al verlevino otra vez tu recuerdo,y al pensar que no me amaste,sollozando le di un beso.Luego, por no despertarle,me alejé quedo, muy quedo.¡Qué triste que estaba el alma!¡Qué triste que estaba el cielo!Volví a mi casa llorando,me arrojé luego en el lecho.Todo estaba solitario,todo muy negro, muy negro,como una tumba mi alcoba,la tarde tenue muriendomi corazón con el frío.Busqué la flor que me disteuna mañana en tu huertoy con mis manos convulsasla apreté contra mi pecho;miré luego en torno míoy la sombra me dio miedo...Perdóname, si, perdona,¡no te quiero, no te quiero!
Manuel Gutierrez Nájera