Desnudo
Desnuda al pie de la vetusta encina alza los brazos en ofrecimiento, y el arroyo se acerca, claro y lento, roba sus formas y se arremolina.
Desierto está el paisaje. En la colina rompe el amanecer, y en un momento invisibles tentáculos de viento la envuelven en espira clandestina.
Oh, libertad del cuerpo despojado de vestimenta inútil, que ha logrado revestirse de luz y de color.
Belleza de los senos descubiertos, de temblorosos muslos entreabiertos, y en los ojos azules el candor.
Francisco Alvarez Hidalgo
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