En todo Su ministerio, Jesús demostró el asombroso poder de la palabra hablada. Habló con fe, compasión y autoridad, diciendo: "De la abundancia del corazón habla la boca".
Hoy y cada día, sigo el ejemplo de Jesús y pronuncio palabras de poder y sabiduría. Confío en la guía de Dios; por eso sé que mis palabras serán de amor y bondad, que promoverán la armonía en mi propio mundo y en todo el planeta.
Quiero que cada palabra que salga de mi boca sea un mensaje de buena voluntad de Dios. Dios habla por mi boca para proclamar la buena nueva: hay para todos nosotros una gran alegría cuando reconocemos y agradecemos el tesoro que podemos compartir.
Mis palabras son tesoros del corazón,
porque hablan de armonía y amor.
"De lo que abunda en el corazón habla la boca.
El hombre bueno dice cosas buenas porque el bien está en él".
Mateo 12, 34-35