Espido Freire
Licenciada en Filología inglesa.
Risas
Cuando dos mujeres se juntan, hablan y ríen juntas los hombres comienzan a temblar. La amistad femenina es un logro más de las mujeres.
No hay nada más sospechoso que dos mujeres que se divierten, decía un antiguo refrán. Dos o tres mujeres que consiguieran encontrar el tiempo suficiente para juntarse, para tomar un café, cotillear y reír resultaban temibles. Porque a diferencia de la mujer sola, que poco podía hacer, o del grupo de mujeres que se reunían en al casa de una de ellas con un propósito concreto, hilar, coser, embotar conserva, absorbidas por la tarea y por el espíritu general, dos mujeres conservan su personalidad y eran capaces de extraer interesantes conclusiones, de un análisis concienzudo, de burlarse, de reírse de todo.
A través de la mala prensa se ha hecho todo lo posible por acabar con la amistad femenina y, de hecho, en países enteros la única relación posible de una mujer se limita a sus parientes femeninos y a su marido. Aislada, sin opciones para comparar, con una mirada siempre sospechosa hacia otra mujer, cualquier mujer que pueda amenazar sus privilegios, la mujer sin amigas es uno de los logros más claros del sistema patriarcal.
Hoy en día, los varones a los que les interesa la mujer, pero no el universo femenino, ridiculizan o niegan la existencia de amigas.
Ni Julieta, ni Melibea, ni la propia Regenta tenían una sola amiga de su edad auténtica y sincera, que les hubiera hecho ver que los hombres de los que se enamoraban no les convenían en absoluto.
Tampoco Emma Bovary o Anna Karenina. Algunas de ellas ni siquiera tenían madre. Incluso la novela de narra una de las amistades más extrañas y sólidas, la que nace entre Escarlata O’Hara y Melania Hamilton, centra su atención en la historia de amor que vive Escarlata, y no en la lealtad, el aprecio teñido de una reñida competitividad y las experiencias comunes de dos mujeres cuya personalidad no podía ser más distinta la una de la otra.
A la mujer se le niega la amistad. Se afirma que resulta imposible entre hombre y mujer, perturbada siempre por la atracción, y que no es auténtica entre dos mujeres. Generalmente se admite, dando por hecho que es volátil e interesada, en la infancia y adolescencia, y comienza a juzgarse prescindible cuando aparece una pareja o unos hijos. Se sabe ahora que en los procesos de recuperación de enfermedades graves la posesión de un amigo, un único amigo, es un elemento que contribuye, y mucho, a la sanación. Una amiga es, no nos engañemos, un cerebro y un corazón de repuesto.