LAS IDEAS DEL PAPA SON MÁS DETERMINANTES QUE LAS IDEAS DEL EVANGELIO
José María Castillo, teólogo
El pasado día 9, dije en este blog algo que me parece importante en relación a la creciente marea de acusaciones y denuncias que se publican sobre los abusos sexuales de curas y religiosos con niños y jóvenes. Hoy tengo que volver sobre el mismo asunto. No para cargar más las tintas, sino para aportar - si es que puedo - algo más de luz en un tema tan turbio y escabroso, que además se va complicando por días. Una de las cosas más torpes, que yo veo en la Iglesia, es el enorme peso institucional, organizativo y administrativo que tiene el papado en la toma de decisiones, en la gestión, organización y gobierno de la Iglesia universal. Esto no es de ahora. No depende de este papa ni del anterior. La cosa viene de mucho más atrás. Los estudiosos de la historia del cristianismo saben muy bien que fue el papa Gregorio VII, en el s. XI, el que dio un giro decisivo en cuanto se refiere a la concentración del poder y el ejercicio del gobierno en la Iglesia. Y conste que, desde el s. XI hasta el s. XXI, la tendencia constante ha sido ir acrecentando la presencia y el poder papal en la Iglesia y, en cuanto eso es posible, en el mundo entero. No es éste ni el sitio ni el momento para explicar la historia de esta creciente hipertrofia de la presencia y del poder papal en la Iglesia. Pero el hecho es que, con el paso de los siglos, hemos llegado a una situación en la que son muchos, muchísimos, los católicos para quienes resulta más decisiva y más determinante una palabra del papa (el que sea) que una palabra del Evangelio. Por ejemplo, es claro que Jesús no quiso imponer obligación ninguna de celibato a nadie. Pues bien, hoy nos encontramos con que, en la administración y gobierno de la Iglesia, tiene más peso el criterio del papa que el criterio de Jesucristo. Esto es así, por muchas explicaciones que intentemos buscarle a esta paradójica situación. Otro ejemplo: Jesús prohibió a sus apóstoles utilizar títulos de prestigio, buscar los primeros puestos, ponerse vestimentas solemnes para distinguirse sobre los demás, intentar tener un poder como el que tienen los poderosos (Jefes de Estado...) de este mundo, etc. Bueno, pues los sucesores de los apóstoles, con el papa a la cabeza, hacen justamente lo contrario de lo que dijo Jesucristo. Y nadie se lleva las manos a la cabeza. Y hasta estamos tan malformados religiosamente, que si un buen día nos encontramos con un obispo que se sienta con la gente como uno de tantos, eso nos parece poco menos que un ejemplo de santidad eximia. ¿Hasta dónde han llegado a entontecernos a los católicos practicantes? ¿Hasta cuándo vamos a soportar tanto despropósito, no ya en los obispos, sino sobre todo en nosotros mismos? Comprendo que todo esto es desagradable. Pero no me lo puedo callar. Porque veo - y no hay que ser un lince para verlo - que todo esto está en la base de lo que está pasando con los escándalos de pederastia que se vienen cometiendo en los ambientes eclesiásticos. Desde 1962, que yo sepa, la Santa Sede viene dando a los obispos instrucciones secretas y severas para que los abusos sexuales con niños, cometidos por clérigos, se mantengan en estricto secreto. Ahora nos enteramos de que la postura del papado ha cambiado en cuanto se refiere a este escandaloso asunto. El Vaticano ha cambiado porque no ha tenido más remedio que cambiar. Pero sabemos que los papas se han resistido, durante décadas, a colaborar con las autoridades civiles para castigar a los delincuentes. La cosa está clara. El problema de fondo no es la pederastia de los clérigos, sino el peso institucional del papado, que ha recubierto con su poder y su prestigio hasta la misma ejemplaridad de Jesús, la palabra expresa del Señor, el texto santo y ejemplar del Evangelio. Resulta sencillamente aterrador saber que se está actuando en contra de lo que dijo e hizo Jesucristo y, sin embargo, seguir adelante en la vida, ocupando el cargo de cabeza y jefe de los creyentes en Jesucristo, pero al mismo tiempo haciendo y diciendo exactamente lo contrario de lo que hizo y dijo Jesús. ¿Hay quien entienda esto? Ahora es el problema de la pederastia, más adelante irán saliendo a relucir otros problemas. Lo preocupante no es cada problema en concreto. Lo preocupante es el sistema de gobierno eclesiástico que, tal como viene funcionando, no sólo no se basa en lo que dijo Jesús, sino que, en bastantes cosas concretas y de enorme importancia, habla y actúa exactamente en contra de lo que hizo y dijo Jesús. Mientras no afrontemos con libertad y honradez este problema, lo demás será aplicar ungüentos a un cuerpo que está invadido por un cáncer.
Cele -Celestino-
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