En una casa había un gato cuyo dueño, cansado de sus travesuras, decidió deshacerse de él. Lo metió en un saco y se lo llevó en el carro a un parque que había a diez calles de su casa, pero cuando regresó ya el gato estaba esperándolo en la puerta.
Volvió a meterlo en el saco y esta vez lo llevó mucho más lejos. No sirvió de nada: el gato regresó de nuevo.
Dispuesto a resolver el problema de una vez por todas, el hombre esperó que fuera de noche, se llevó al gato por la autopista, atravesó un río, viró tres calles a la izquierda, cruzó por medio de una plaza, giró a la derecha, a la izquierda otra vez, pasó por otro puente, siguió por la orilla del río… Por fin abandonó al gato en medio de un bosque y se dispuso a regresar.
Cuando pasó media hora el hombre llamó a su esposa por el celular.
--María ¿ha llegado el gato por ahí?
--Aquí lo tengo. Acaba de llegar.
--¡Pónmelo al teléfono, que me he perdido!
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