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Vivir mi vida como lo más apasionante y fantástica aventura está en mis manos (esto supone amarme y aceptarme a mí mismo y a los demás, recordando que yo debo ser mi propio mejor amigo, tratarme con ternura y dando una razón a mi existencia)
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Aprender a hacerme cargo de mí mismo y ser persona autodisciplinada, evitando un absurdo perfeccionismo, perder tiempo y energías por sentimientos de culpa, inferioridad,...
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El perdón es la “llave maestra de la felicidad” porque nos hace comprensivos, profundos, inteligentes y buenos (el perdón es la úniva venganza).
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Dos tremendos obstáculos que nos apartan de la felicidad son: la búsqueda de la aprobación de los demás y el estar siempre pendientes del qué dirán.
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Tener un ideal que me haga sentir intensamente la plenitud interior de un porqué”, de un “motivo” fuerte que me realice plenamente (Ejemplo del Abbé Pierre).
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Saber vivir con alegría supone no estar disponible a las neurosis de quienes de manera constante pretenden hacernos sentir como unos seres despreciables y que nos culpabilicemos siempre y por todo.
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El amor tiene una fuerza incontenible. Es bueno recordar que “el miserable quiere que yo sea también miserable y si no lo soy le desarmo y le rompo sus esquemas”.
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La aceptación es la primera ley del crecimiento personal y es condición para la felicidad y para saber vivir.
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La ira y el mal genio son reacciones aprendidas ante la frustración.
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Vivir la experiencia de una amistad auténtica es imprescindible a cualquier se humano para ser feliz.