Hace unos días veía con algo de escepticismo el programa ‘Cuarto Milenio’, que capitaneado por el popular Iker Jiménez, aborda el mundo del misterio desde la rigurosidad y con un gran esfuerzo investigador. El reportaje en cuestión se titulaba ‘El secreto de Joseíllo’. En 1941, la localidad de Fontanosas (Ciudad Real), presenciaba unos trágicos sucesos: varias personas fueron fusiladas por su presunta colaboración con el maquis. El secreto de Joseíllo, que tiene en esa fosa a su hermano, a su padre y a dos de sus tíos, fue desvelado hace sólo unos meses. Según Joseíllo, una tía suya siempre contaba que se le aparecían los muertos por la noche para pedirle que perdonara a los pobres que los fusilaron. Las personas que fusilaron a los familiares de Joseíllo sólo eran jóvenes que prestaban el servicio militar. Entre apariciones y fantasmas, es necesario mencionar que en abril de 2004 fue enviada al alcalde de Fontanosas una carta anónima que indicaba con precisión el lugar en el que se hallaba la fosa, con el fin de que los cadáveres pudieran ser exhumados. El sentimiento de culpa perduró 63 años en uno de ellos, que decidió escribir de manera anónima dónde se ubicaba la fosa.
El pasado sábado 11 de marzo, la escritora Irene Zoe Alameda publicaba en el País un artículo significativo en lo que se refiere al momento político y su situación respecto del pasado reciente. Irene Zoe, analizando el clima de crispación de la actualidad política, hallaba en la Transición el origen de las actuales trifulcas. Resumía el proceso de democratización de España como “impunidad por miedo: la mitad de los españoles consiguió la impunidad a cambio del miedo de la otra mitad”. Asimismo, abogaba por la necesidad ya sí de la justicia para finalizar el proceso de reconciliación, y exigía al PP altura de miras.
Sin duda, la necesidad de hacer justicia con las víctimas del franquismo urge por la velocidad de la historia. No se trata de reabrir viejas heridas -como acusa el PP a los socialistas ante cualquier intento de hacer justicia- sino de cerrarlas para siempre. La recuperación de la memoria exige el compromiso de todos. La justicia debe imponerse al olvido. De lo contrario, los fantasmas del pasado de las ‘dos Españas’ pueden aparecer, y no precisamente para pedir que se perdone, como los espíritus de los fusilados de Fontanosas ante la tía de Joseíllo, sino para advertir odio, crispación, enfrentamiento y venganza.