Hace unos años, el doctor Chuck Wall, profesor de Relaciones Humanas de la Universidad de Bakersfield Collage, estaba reflexionando sobre el próximo proyecto que debía asignar a sus alumnos cuando, de repente, escuchó a un locutor comentar por la radio: "...Y así tenemos un nuevo acto fortuito y sin sentido de violencia". Se le ocurrió entonces una idea: sustituir la palabra "violencia" por "amabilidad" y lanzar a sus alumnos un desafío: cada uno de ellos debía comprometerse a realizar, como mínimo, un acto fortuito y desinteresado de amabilidad.
Una semana después, todos los alumnos regresaron a clase satisfechos y felices, ya que habían cumplido con su cometido y habían ayudado a perfectos desconocidos. La experiencia fue tan positiva, que decidieron hacer adhesivos para coches con un mensaje: "Hoy realizaré un acto fortuito de amabilidad...¿lo harás tú también".
Fue así como nació Random Acts of Kindness Foundation (RAK) que, desde 1995, organiza en el mes de febrero la Semana Internacional de la Amabilidad, un periodo durante en que todos intentan ayudar a todos.
Parece una idea descabellada, sobre todo hoy en día donde ser amable tiene muy mala prensa. "La amabilidad se asocia a inocencia y, por ende, a la estupidez o a ser "un flojo", explica el psicólogo Sergio Navazo. Lo que a los ojos de Mila Cahue, psicóloga, es un error: "La persona amable puede ser firme, pero su firmeza no será ofensiva ni agresiva. El verdadero error consiste en considerar que alguien tiene carácter o es fuerte emocionalmente cuando, sin tener en cuenta las consecuencias de sus palabras y del tono de su voz, es capaz de hacer daño a alguien. Más bien al contrario, esta persona demuestra una evidente falta de autocontrol, de empatía y una gran debilidad emocional".
Es bueno para el ánimo
Son gestos fáciles que, curiosamente, tienen un efecto benéfico sobre quienes lo practican: empezar la mañana sonriendo, tener un gesto cariñoso con los niños en el desayuno, ceder el paso a otro vehículo, pararse a ayudar a una persona en apuros, llevarle las bolsas de la compra a un anciano, ofrecerle un plato caliente a un indigente... Todos esos pequeños gestos acaban repercutiendo en nuestro ánimo y humor de manera positiva. La explicación es sencilla a ojos de Sergio Navazo: "Mostrarse amable disminuye nuestros niveles de agresividad en la interacción con los demás. Estamos menos tensos y nos aporta una retroalimentación positiva con el otro, y esto, junto a otros factores, contribuye a mejorar nuestro ánimo" Por su parte, Mila Cahue asegura que "el planteamiento es sencillo: si quiero sentirme comprendido, intentaré comprender al otro, si quiero sentirme respetado, respetaré a los demás". Tener gesto de amabilidad es un excelente carburante para recargar nuestras pilas emocionales.
Es contagioso
¿Quién no ha tenido que lidiar alguna vez con alguien con mal carácter e irritable? Sin quererlo nos vamos amoldando a lo que es persona nos transmite y terminamos actuando igual: contestando de malos modos y actuando con impaciencia. Con la amabilidad pasa lo mismo, pero con infinitos mejores resultados. Basta con hacer la prueba para comprobarlo: cuando entres en el supermercado, en lugar de mascullar un seco "buenos días", saluda con una gran sonrisa. Verás que, inmediatamente, el rostro de cada uno de ellos se ilumina.
"Sin duda, es contagioso. Si vemos que en el grupo de personas con las que nos relacionamos habitualmente es esta la tónica predominante, tenderemos a ser amables. Pero si lo hacemos de una forma forzada y poco empática no resultará. Por eso, no basta con comportarnos amablemente, hay que ser amables. Llegar a eso muchas veces pasa por el crecimiento personal", matiza Sergio Navazo.
Es una riqueza espiritual
Nos ayuda además a trabajar sobre nuestro autocontrol. Al disminuir el nivel de agresividad, nuestro corazón late con más calma, el nivel de estrés baja, dejamos de considerar que nos movemos en un entorno hostil y se siente una gran placidez.
La amabilidad resulta un gran apoyo para aquellos que necesitan confiar el alguien. Permite al otro descubrirse, mostrarse auténtico. Y uno, al escuchar con atención y empatía, olvida sus preocupaciones y siente que se está superando.
Algo de esto debió intuir el escritor Aldous Huxley, gran viajero, con una curiosidad intelectual ilimitada, cuando declaró poco antes de morir: "Es bastante vergonzoso haber estado ocupado toda la vida por el problema del ser humano y haber descubierto que uno no tiene mucha más que ofrecer, a modo de consejo, que el consabido: intenta ser un poco más amable".
ALMUDENA ALTOZANO
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