Porque ése no, no era para ellos, sino para mí. Iban
quedando huecos dentro de mi ser: un
hueco para llenar con flores, un hueco para llenar con
palabras, un hueco para llenar con ternura.
¿No notaste que en vez de un hombre tenías a tu lado
un abismo profundo?
¿No notaste que en vez de un hombre tenías a tu lado el latido
veloz de los vientos?
¿No te diste cuenta de que a tu lado quedaba solamente
la sombra de aquel que reía apretando tu mano
y haciendo repicar las cristalinas agujas
de la lluvia?.
¿Pudo engañarte mi contorno material, la armazón
que paseaba por la casa
ordenada, el mecanismo perfecto de mis manos peinando
mis cabellos ?.
El que te amaba, el que secaba su llanto con tu mirada,
el que se iluminaba cuando sembrabas besos como
estrellas lustrosas sobre su piel..., aquel que te dejó libar
su néctar e injertar en su tallo la savia de tus ramas, ...
se ha escapado de mí, ya no soy el...
No te he engañado: recién ahora acabo de
darme cuenta. Recién ahora apretando en mis
manos este ramo de violetas.
Recién ahora, mirándolas, profundamente azules, con un
color que trepa y se columpia en mis recuerdos.
Y no se me ocurre ninguna palabra para decirte, ni gracias, ni son muy
lindas. Nada.
Porque la ceniza cae sobre menudos pétalos.
Y has comprado violetas, sí, pero muy tarde.
d/a.