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El Agobio
( 2º )
El atajo de lo fácil No existe un trabajo fácil para formar un carácter fuerte, que sepa superar y sobrellevar con serenidad todas las situaciones, que me mantenga dueño de mi persona. Existen, sin embargo, recursos para eliminar los sentimientos desproporcionados de responsabilidad, con el fin de que no nos agobien las cosas, trabajos y personas. Soluciones rápidas y cómodas, pero que no evitan que el problema siga estando ahí; al contrario, debilitan al aumentar la resistencia a las responsabilidades. Tapan la herida, pero no la curan. Es el atajo de lo fácil, es la evasión
El psiquiatra don Enrique Rojas explica esta forma de huir de los acontecimientos, para eliminar el sufrimiento o la angustia que genera el peso de la responsabilidad, como una actitud de capricho. Lo asemeja a la imagen del «niño mimado, que tanta pena produce al que lo observa. Al no tener educada la voluntad, se convierte en una marioneta de las circunstancias, traído y llevado, y arrastrado por un sinfín de estímulos, que le llevan de acá para allá». Y termina su ejemplo determinando que esa conducta lleva a ser «lo contrario de un hombre de una pieza». Y aquí el mismo psiquiatra español nos da una pista de lo que puede ser una solución a largo plazo: la educación de la propia voluntad. Él lo define diciendo que «la voluntad se educa haciendo lo que yo llamo ejercicios de gimnasia de fuerza de voluntad» que, a continuación, explica cómo hacerlos: «Ahora hago esto sin gana porque es mi deber, luego me aplico a aquella otra tarea aunque no me apetezca». De esta forma sencilla se va constituyendo un carácter a prueba de agobio. ¿Por qué se agobian las personas? Una carga de trabajo excesivo, o una situación personal en una época determinada, puede hacer sobrepasar los límites personales. Los psicólogos entienden que esto se produce por dos tipos diferentes de situaciones: internas y externas. Las internas se refieren a herencias genéticas y de carácter, que inducen al estrés y que se tratan con el mejor remedio: la precaución; y en casos graves con medicación. Las situaciones externas, sin embargo, son más comunes. Se refieren a esos ámbitos en los que la actividad desordenada, sin espacios de silencio, conduce a la persona al agobio, ya que por sí misma predispone al estrés. En un amplio estudio realizado por la Sociedad Andaluza de Medicina Familiar y Comunitaria, sobre los diferentes trastornos de ansiedad y de estrés, se explica cómo las preocupaciones tienen efectos físicos y mentales.
Padecer sin perecer Nos viene a la memoria la imagen del estudiante que, en época de exámenes, pierde por completo el apetito, o lo aumenta en dimensiones alarmantes, como aquellos a los que les afecta al estómago y llegan a encontrarse en un estado de enfermedad física que se deberá tratar con medicamentos, pero que tiene sus raíces en una actitud psicológica. El remedio más efectivo, según la citada Sociedad médica, para reducir los efectos del estrés no se basan en una medicación sedante, sino en aprender unas técnicas específicas al caso concreto, como animar al paciente a practicar diariamente métodos de relajación con el fin de reducir los síntomas físicos, o la actividad deportiva que prepara el cuerpo para acoger mejor la carga psicológica, o identificar y superar preocupaciones exageradas: identificar pensamientos pesimistas o preocupaciones exageradas (por ejemplo: Mi hija se retrasa cinco minutos al salir del colegio: puede haber tenido un accidente).
Sin llegar a casos graves, con frecuencia la solución es tan sencilla como unas dosis adecuadas de realismo, orden y determinación. Las personas se agobian porque hacen una mala estimación de la tarea que comienzan. Estimación que significa: prever lo que se va a necesitar para el trabajo a realizar. Si se hace una mala estimación, de tiempo o material, puede esto ser causa de agobio. Puede ser que la estimación se haya hecho bien, pero se haya hecho mal la planificación. Se han calculado bien los materiales, pero se distribuyen mal en el tiempo. Ocurre muy a menudo en los proyectos de trabajo en grupo. Se hace la estimación adecuada, y se empieza con mucho optimismo al principio, y también con un poco de incredulidad de que aquello vaya a salir bien alguna vez, sobre todo si es un trabajo nuevo. La solución está en marcar unos plazos muy estrictos para la entrega en partes del trabajo. A veces, no se nos agota el tiempo, sino el dinero, la gestión, que también se contempla en lo planificado para el trabajo, y eso también genera agobio. A todo esto se debe sumar el agobio psicológico: falta de confianza en la propia capacidad. Eres inteligente, vales para hacer un examen o trabajo de lo que sea, y te agobias con algo muy pequeño porque crees que no puedes, tienes falta de confianza en ti mismo. Falta de credibilidad de lo que uno puede hacer, un detenerse ante lo desconocido. Más que cansancio real es miedo a lo desconocido. Y lo que se explica desde el orden en el trabajo, se amplía al orden ambiental, social. Hoy todo lo estimamos bueno si, además, es rápido, si nos lleva menos tiempo. Por ejemplo, Madrid se visita en un día, dentro de un autocar y con un ser mugiente, al lado del conductor, que detalla por el micrófono el arte e historia que tardaron siglos en hacerse. Por su libertad el hombre puede ser dueño también de esas circunstancias, como lo expresaba el filósofo Ortega y Gasset: «No somos disparados a la existencia como la bala de un fusil, cuya trayectoria ya está absolutamente determinada. Es falso decir que lo que nos determina son las circunstancias. Al contrario, las circunstancias son el dilema ante el cual tenemos que decidirnos. Pero el que decide es nuestro carácter».
(Sigue)
Doctor José María Sémelas Ledesma Doctor en Medicina, Psiquiatra - Psicoterapeuta
Cele -Celestino-
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