mejora personal
Juzgo a todo el mundo
- 1º -
Siempre tienen una opinión sobre todos y rara vez es positiva. Una intolerencia que les hace parecer amargos y de trato difícil. ¿Qué esconde esta forma de existir? ¿Problemas de autoestima?, ¿inseguridad?
"La verdad es que trabajar con María era todo menos agradable. En cuanto llegaba una persona nueva al departamento, por muy encantadora y eficaz que pareciere ser, siempre tenía una opinión sobre esa persona: "¿Simpática? Demasiado, creo yo. Pienso que es más nien muy osada, excesivamente desenvuelta para ser una novata", decía. Jamás conseguí escuchar nada agradable sobre los demás salir de su boca", recuerda Paula, de 36 años.
Este exceso de radicalismo puede parecer, a primera vista, como un rasgo de una personalidad fuerte, como explica Manuel Oliva, psicólogo: "Aparentemente, este tipo de persona se presenta como segura de sí misma. Pero, en muchac ocasiones, ocurre todo lo contrario: son personas sensibles a la crítica de los demás, inseguras, con miedo al error y a ser rechazados, y con miedo a perder el control sobre sí mismos y sobre su entorno. De alguna forma, la manera de hacer frente a estos miedos es adoptando una actitud defensiva y crítica, como un medio para sentir control y confianza en sí mismos".
Exceso de perfeccionismo
Suelen ser personas que han crecido en ambientes muy críticos, dónde se les exigía mucho y por ello, han desarrollado un fuerte afán de perfeccionismo. "Pero existen dos tipos de perfeccionismo -explica por su parte la psicóloga Lourdes Correa-: el positivo, que consiste en animar a los demás a empujarse, a mejorar; y el nagativo, que se traduce por la crítica sistemática. En este último caso, la persona quew actúa de juez no ve nunca nada bueno ni en los demás ni en él. En su obsesión por la perfección nunca nada es demasiado bueno para ella. Actuando así, provoca en lso demás un sentimiento de culpabilidad y a ella, a una eeterna insatisfacción".
Un problema de educación
Los demás no se sienten cómodos y, aunque no lo parezca, ella tampoco. Su exceso de crítica le lleva invariablemente a sentir que todos la dejan de lado, que su compañía no es tan grata. "En general, los ambientes y la educación rígidos y estrictos, facilitan la aparición de rasgos de autoexigencia y autocrítica. Esperan que los demás hagan las cosas a su modo. Por otro lado, los estilos educativos basados en un exceso de permisivilidad facilitan una alta autoimagen y con baja tolerancia a la frustración que les lleva a hacer culpables a los otros de sus fracasos. Sea cual sea el tipo de educación recibida -estricta o permisiva- tienen un denominador común: "Lo que yo hago o pienso es lo correcto, los demás están equivocados", sostiene Oliva.
Intentar mostrarse menos intransigentes, dar una oportunidad a los demás es el primer paso para cambiar una actitud que conlleva mucha soledad, incomprensión, malestar y una gran inseguridad personal.
ALMUDENA ALTOZANO
-Continúa-
|