Nos asusta necesitar a alguien. Nos gustaría ser autosuficiente, aunque comprobar que solos no podemos con todo es tan importante como reconocer que no debemos depender de los demás en cada uno de los detalles de nuestra existencia. La decisiva autonomía personal es un signo evidente de nuestra libertad, ya que necesitar no es exactamente depender. Quizás amar es precisar de alguien sin exactamente necesitarlo. No es la necesidad la que ha de mover el generoso querer, porque asumir que precisamos de alguien no es ningún signo de impresentable interés. Somos seres necesitados, y lo somos siempre, no sólo en los momentos más difíciles de nuestra existencia. Cambiamos de necesidades. Las hay fundamentales, decisivas, elementales, determinantes, e incluso somos capaces de inventárnoslas, de crearlas, de incrementalas. Con independencia de ello, siempre habitamos necesidades. No hemos de confundir el valernos de nosotros mismos con ignorar que con los otros se acrecientan nuestras posibilidades. Lo desconcertante es que, en ocasiones, precisamos de alguien singular, irremplazable, insustituible, no porque todos somos únicos, sino por ser él, por ser ella.
Necesito de ti. No me engaño pensando que es normal requerir de alguien. No eres alguien, eres tú. Si no estás, todo es diferente, todo es peor. Ni respiro igual, ni me divierto tanto. Más aún, ni siquiera la vida me parece para tanto. Cada instante resulta plúmbeo, insulso, reiterativo, gris. Cuando estás a mi lado me encuentro más decidido, más fuerte, más comprensivo con los otros y más exigente conmigo mismo. Me embellece tu compañía, crezco a tu lado. Todos lo notan, todos los saben, todos lo comprueban. soy incluso en ocasiones agradable. Por ti, pero no sólo por ti. Ya no me imagino una vida intensa, comprometida, labiorosa, si no estás conmigo, si no luchamos juntos. No es que tu presencia me venga bien, es que sin ella no vivo. A tu lado me desvivo más por todo, y eso me parece, paradójicamente, vivir. Y mis convicciones se confirman y esponjan y mi humor tiene sentido, y mi cuerpo se sobrelleva a sí mismo. Y ya no busco excusas, sino razones. Me despierto cada mañana dispuesto a la tarea. Y no me asusta. Te necesito para no ser un lamento. Necesito de ti como sólo el amor necesita. No es que me hagas falta, es que deseo que me ocurra lo que me pasa, que sin ti me falta todo.