Si escuchas a este hombre hablar de la policía y de los jueces, no importa lo antisistema que seas, devienes de inmediato en una persona de orden. Ahí está, desnunciando un nuevo atropello de los Cuerpos y Fuerzas de la Seguridad del Estado. Acaban de detener a José Joaquín Ripoll, presidente de la Diputación de Alicante y líder del PP en esa provincia, sobre el que recaen sospechas de delitos gravísimos. ¿Creen que la supuesta comisión de esos delitos preocupa a González Pons? Para nada. Tampoco para Pío García Escudero, uno de los más compicuos (qué rayos significará compicuo) representante del partido conservador, que ha afirmado con toda la boca, y todos los dientes y todas las fosas nasales (con toda la cara, en fin), que la detención del supuesto chorizo mencionado más arriba es en realidad un secuestro, asunto que el portavoz remacha en el momento en el que le sacan la foto. El jefe de los secuestradores, no se lo pierdan, es el ministro del Interior. Así que vivimos usted y yo en un sistema que no respeta derecho alguno, como cuando Fraga, presidente de honor de González Pons, trabajaba de pistolero a las órdenes de Franco.
Uno esperaba que acusaciones tan graves se sustanciaran en el juzgado de guardia. Pero la cosa se quedó ahí. No hubo juzgado de guardia, no hubo denuncia, no hubo nada, excepto caso Ripoll, como hubo caso Gürtel. Yo invitaría a González Pons y a García Escudero a dar charlas en las cárceles. Oyendo a estos prohombres echar peste del Estado de derecho, los presos más conflictivos se convertirían en defensores del sistema.
Fotografía de Efe
EL PAÍS SEMANAL