Depresión, todos la padecemos.
El dolor es tan antiguo como el hombre mismo. En una tablilla es decir en una madera o en un pedazo de cuero que usaban los antiguos para escribir allá en babilonia, en Oriente Medio, hace 2,800 años a.C.,se encontró escrito lo siguiente: “El dolor tiene preso todo mi ser; líbrame Oh Dios” Y en un Papiro u hoja para escribir en Egipto hace 3,000 a.C., se lee un lamento, una queja de alguien que no encontró un amigo sincero: “Busco un corazón en el que pueda apoyar mi alma y no lo encuentro; ya no hay amigos”. Sófocles, el poeta griego en el año 495 a. C., no duda en decir: ¡Lo mejor es no haber nacido!.
Agustín de Hipona en el 384 d.C nos dice: “La vida es una peregrinación llena de fatiga que no sabes cuánto durará; vida llena de dolor y errores”. Estas son unas de millones de voces antiguas que se suman a tantas y tantas otras muchas de todas las épocas y de todos los tiempos. Así hoy, tú, aquí y ahora, quizá estás experimentando la lucha, las dificultades, la amargura, el sufrimiento, el llanto, la frustración, el duelo, la depresión.
Si eres joven, lloras porque tus sueños no se ven realizados como hubieras querido. Dices que si te hubieran apoyado de niño todo sería diferente y tal vez es verdad lo que dices, pero en realidad ¡Qué sabemos del otro lado de las cosas si todo hubiera salido como tú querías, como tú pensabas por justo que parezca?. En fin, que si eres pobre, lloras por lo que no tienes. Si eres rico, lloras porque experimentas vacío a pesar de tenerlo todo. Si amas lloras, si odias, lloras, si vives lloras por la muerte que puede llegar. Si eres ignorante lloras porque no conoces muchas cosas, y si estás aprendiendo, lloras por lo poco que sabes. Si descansas lloras por el trabajo que te falta por hacer. Y si trabajas lloras por el cansancio que tienes.
Si estás apegado a algún vicio o encerrado en tu soberbia y egoísmo o en tu sentirte buenesito, buenesita, y dices que no rompes ningún plato porque tu no fumas, no tomas, no robas, no matas y que no mereces por lo que has pasado o pasas ahora, lloras y muestras con tus actitudes amargura diariamente y a cada momento porque te ahogan todas estas cadenas que tu mismo, tu misma con tu cerrada actitud mental has ido haciendo, y no te deja vivir en paz la avalancha de pensamientos negativos, porque haces caso de las ya conocidas frases que tu mismo te has impuesto: ¡Es imposible!.¡Soy un fracaso! ¡No hay solución!. ¡No hay remedio!. ¡¡¡Qué tristeza tan honda y sensación tan horrenda que no puedo superar!!!!.
Poco a poco, através de la lectura de este sencillo libro, irás comprendiendo muchas cosas que te irán liberando, entre ellas la necesidad del tesoro del perdón. Pues la depresión muchas veces viene de no querer perdonar. Perdonarte a ti mismo, a ti misma por las equivocaciones cometidas. Perdonar al marido que se fue con otra, o a la esposa que se fue con otro, al hijo que te grita, o al patrón que te trató mal, o a este que abusó de tu buena voluntad, a aquél, a aquella que te manoseó o a aquellos que te dijeron que no servías para nada.
¿Sabes? Nosotras impartimos talleres de sanación interior. Hemos leído mucho pero sobre todo, hemos experimentado en carne propia, la depresión tanto reactiva, como endógena y la orgánica. Hemos sabido que ningún medicamento cura la depresión. En realidad los seres humanos desconocemos que somos seres contingentes, quebradizos frágiles así, solos, sin fe. Y al mencionar la fe, no estamos hablando de ninguna denominación o religión en especial, sino de una firme relación con Dios, de tomar la decisión ante la disyuntiva de creer o no creer, optando por creer en la existencia de Dios que es amor y que por ignorancia crecimos creyendo que Dios era un Dios castigador y justiciero.
Y hablamos en estas primeras líneas de la fe, porque aún los grandes de la psicología, no la descartan, al contrario, Young por ejemplo dice que “Necesitamos la fe en toda clase de actividades humanas, porque la fe ejerce una poderosa influencia en nuestra vida diaria. La fe, es como el compás que nos señala una dirección en nuestro caminar por la vida. Sin ella estamos perdidos y sin impulso.
Erich Fromm dice que “La fe es por así decirlo, la llave maestra con la que se abre el crecimiento mental. La condición más importante para que el niño desarrolle amor a la vida es que conviva con seres humanos que crean en la vida y la amen profundamente. Quien no cree, no puede ser feliz. La fe y el amor a la vida defraudados hacen cínico y destructivo al ser humano. Cuanto más se frustra el impulso de vivir y de creer, más se refuerza el impulso de destruir, porque el ser humano no puede vivir sin fe y sin esperanza ya que aquél al que se le haya destrozado completamente la fe y la esperanza, odiará la vida, se odiará a sí mismo y odiará a los demás”.
“Cuando el ser humano no tiene motivación de vida, no encuentra ningún sentido y siente que aún estando vivo, su alma está muerta; entonces se aburre y comienza a odiar la vida y a desear destruirla. Sólo hay una esperanza de contener la ola de violencia en nuestro mundo: tenemos que recuperar una sensibilidad para todo lo que es vida y nos impulsa a creer. El amor auténtico es expresión de la fuerza de creer que da auxilio, atención y sentido de responsabilidad y conocimiento” y podríamos seguir citando más frases de Fromm pero queremos terminar este párrafo diciendo –porque lo hemos experimentado- lo que concluye Fromm: “La fe en que los otros pueden transformarse, nace de la experiencia de haber sido nosotros capaces de ello”.
Continuamos pues diciendo que la depresión, es uno de los trastornos mentales más frecuentes de nuestro tiempo, y para que puedas saber si lo que tu tienes es una depresión, vamos a hacer una sencilla comparación: La depresión es como una parálisis interior, y decimos parálisis, porque sientes como que no puedes realizar tu vida normal fluidamente; es como si estuvieras muy lento/a, imposibilitado/a de tu voluntad: miras las sencillas tareas diarias, como la más pesada cruz, pues es como traer sobre si una loza, un gran estorbo que nubla la vida.
Muchas veces la depresión viene porque sencillamente no quiero, no quieres amar y perdonar como Dios te ama y te comprende de manera incondicional. La incapacidad de amar, de perdonar, de comprender y el mirar la vida sin una mirada profunda y verdadera, viene por dejarnos llevar de las voces de lo superficial, de la no fe, de la soberbia, de alimentar la mente de pláticas llenas de críticas destructivas, de programas televisivos que te estimulan a seguir viviendo vacío, vacía, violento, depresivo, cuando podrías haber escogido otros que te llenaran de la Palabra del Señor o sencillamente te pasaran mensajes y temas constructivos y llenos de positividad. ¡Todavía los hay!, pero hay que saber encontrarlos.
Cuando una persona no enfrenta ni acepta la realidad de su vida y no se adapta a los cambios que la vida tiene, entonces pierde su equilibrio emocional o mental y viene la depresión. Te puede causar depresión –por ejemplo- si te abandona la persona que amas o muere y no lo aceptas.
Lo que llamamos “fracaso”, es causa muy frecuente de depresión, pero si perseveras hasta el final del libro, a través de todos sus capítulos aprenderás que el fracaso no existe más que en tu mente. Así que será muy necesario para ti, poder saber la raíz de la depresión que padeces, es decir, de dónde viene o qué provoca la depresión que has tenido y que hasta hoy tienes, para poder comenzar a crecer integralmente, sano interiormente, libre de pensamientos negativos –que posiblemente te vengan de heridas que has sufrido desde el vientre materno- para comenzar a crecer como un ser humano fuerte, seguro, pleno, como aquél que describe en otras palabras, el salmo 112 (111):
“Feliz el que vive en la paz, y en el amor siempre, pues es como una luz en la oscuridad que brilla, porque es compasivo, tierno y libre interiormente, porque maneja su vida con honradez y su corazón es generoso. No tiene miedo de nada porque sabe que su vida está en manos del Absoluto”.
http://www.ayudaenladepresion.org.mx/index.html