Que tonta la niñez, quizás pretenda correr hacia el futuro a grandes pasos, sin comprender que guarda en ello: cambiar suaves cadenas por pesados lazos.
Yo quiero ser mayor, decia entonces, y ansiosa esperaba aquel futuro.
Imaginaba este mundo un paraíso colmado de dichas, de venturas que vedadas me estaban por ser niña, crecer anhelaba con locura.
Vino el comienzo, el fin de la niñez, luego la complicada adolescencia, la rápida metamorfosis comenzaba. Crisálida ingenua no sabía que, una vez llegaba a mariposa, mis primeras alas perdería...
Iban tomando forma aquellos sueños, ilusiones de amor. Y con ella llegaron la vanidad, el coqueteo, soñar despierta. El faltar a clase, el primer novio, la primera cita, el torpe taconeo, el primer baile.
Como todo comienzo fue dichoso, florescencia de Abril, maravillosa; más la vida implacable y despiadada, se encargó con el tiempo de mostrarme con las rosas, las espinas, haciendo experiencias las derrotas, mostrando de promesas las mentiras y de tanto afán, los desengaños.
Ya crecí, soy mayor, me he convertido por fin en la mujer que deseé. Hoy puedo contemplar el resultado de ese loco correr con que soñé. Y hoy... ¡cómo es la vida!, quisiera tener alas encantadas y volar de regreso hacia el pasado: ser una niña inocente y soñadora, a quien nadie ha mentido ni engañado.
Para ti, Cele, sabes que siempre te he querido.
Besos de Isabel.
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